jueves, septiembre 11, 2008

Una bomba de palabras o dejé a mi marido porque sólo tenía un testículo

Estamos esperando en la cola del ómnibus de noche Córdoba-Salta. Una señora habla y habla, y vuelve a hablar. La señora habla y habla con una chica joven, a la que al principio atribuyo la condición de hija pero luego cambio de opinión cuando la veo marcharse a toda velocidad en un momento de despiste de la señora. Tiene entre setenta y noventa años, lleva gafas gigantes y una mantilla o poncho blanco. Y no para de hablar.
La señora habla ahora con el maletero (o mozo que sube las maletas al autobús), hasta que éste, abrumado, le pide por favor que se aparte porque hay mucha gente esperando para entregar su maleta. Yo pienso: "pobre del que le toque sentarse al lado de esta señora".
Obviamente, el pobre resulto ser yo. Separados por un pasillo, claro, puesto que mi compañera de butaca siempre es la tiradora de hilos. Separados por un pasillo, sí. pero eso, para la señora del poncho blanco de ganchillo, es una barrera menor, incluso diría que inexistente. La prueba más evidente es que a lo largo de las dos siguientes horas, la señora nos relata toda su vida, comenzando por sus antepasados (conde Smorza para servirle, pero él no fue como otros condes, él lo ganó en el campo de batalla) y continuando (el verbo finalizar no existe en el vocabulario de la señora Smorza) por su bisnieta. Después de todo, quizás tenga más de cien años... ¡su bisnieta está a punto de comenzar la universidad!
Son las 21h30 y la tiradora y yo le prestamos atención a la señora, alucinados con su discurso y su capacidad para no parar nunca de hablar. En ocasiones, incluso le animamos a profundizar en algunos aspectos de su vida que no nos quedan claros. Permitidme que comparta con vosotros algunos de los pasajes más impactantes:
- los Smorza somos de rasgos finos y delicados, de piel muy blanca y ojos claros. Son todos como yo, nos dice, mientras se quita las gafas para que veamos su gran nariz.
- a mi primer marido lo abandoné, porque cuando lo torturaron le arrancaron un testículo y ya no cumplía la función sexual normal.
- los masones son superiores intelectualmente al resto, y no creen en Dios, son ateos. Pero si te sales de la masonería (como su bisabuelo) te persiguen por todo el mundo para matarte.
- mi primer marido luego tuvo dos hijos con otra señora... ¡con un sólo testículo!
- mi nieto es inspector de embajadas. Embajador lo es cualquiera, pero... ¡inspector! Lo mismo inspecciona un día la embajada de Nueva York que al día siguiente inspecciona la de Viena.
- la más perjudicada de Argentina fui yo. Un día voy a contar toda la verdad, porque yo soy escritora.
- yo fui profesora hasta que me retiraron de la docencia por una neurosis.
A partir de un cierto momento la señora pasa a hablar únicamente de la guerrilla y de la dictadura. No me queda claro si la agresión vino de los guerrilleros o los militares, o ambos, pero el monólogo se vuelve demasiado desagradable, y todos los pasajeros del autobus guardan silencio mientras ella repite que la más perjudicada fue ella. A pesar de que me hago el dormido (después de dos horas ya no puedo mantener la atención), ella sigue hablando un buen rato, luego comienza a murmurar, y finalmente calla (otra posibilidad es que yo me durmiera realmente).
Al día siguiente, ella hace un primer intento de continuar con la 'conversación' de la noche anterior, pero yo me enfrasco en la lectura de mi libro, rozando la mala educación. Después de una noche en el autobús, por mucho servicio 'cama' que sea, uno no siempre tiene la energía de prestar atención a una interlocutora tan absorbente. Ella, indiferente a mi indiferencia, se levanta, se va hacia unas filas más atrás, se sienta junto a una chica joven, y...
- Mi hijo es un muchacho que....
Y ya no para hasta llegar a Salta. Cuando por fin llegamos, todos los pasajeros salimos corriendo, pues la señora nos ha prometido a varios de nosotros encontrar un alojamiento económico en la ciudad. Y todos corren, por una parte porque están agotados, y por otra porque nadie quiere que lo tenga localizado en un determinado hotel una señora capaz de abandonar a su marido por sólo tener un testículo...
Antes de coger el remiss hacia la ciudad, volvemos a ver a la señora, cómo no, acompañada de un mozo de maletas y hablando. El mozo la mira, todavía alucinado y no sobrepasado. Y la señora habla y habla. Y vuelve a hablar. Porque las bombas humanas de palabras no callan jamás, y esta señora es la madre de todas las bombas de palabras que ha habido en la historia.

2 comentarios:

PL dijo...

Hola Ramon,
Pues el mundo es aun mas pequeno de lo que crees, puesto que el blog dosmochilas que me comentabas es el de Arantza, mi prima por parte Inarrea y que tenia un apartamento debajo del de tus padres en Formigal!
jajaja

Ignacio dijo...

Menuda charlatana. No soporto a las mujeres que habland demasiado (de ninguna edad).
Un abrazo.