sábado, septiembre 29, 2007

Meticulosidad cartelista

La gente se suele reír de cómo envuelvo los regalos. Yo, cada vez que me enfrento a un nuevo envoltorio, me digo que esa vez lo voy a hacer bien, y me organizo y planifico para conseguirlo. Sin embargo, rara es la vez que consigo que el envoltorio parezca algo 'profesional' y no un trozo de papel arrugado alrededor de una caja.

A esta persona le pasa algo similar, pero con los carteles:


Análisis rápido del cartel:
  • Ante la complejidad del asunto, antes de ponerlo a rotulador lo ha escrito a lápiz.
  • Lo ha colocado junto al telefonillo, que fue (supuestamente) a través del lugar donde se llevó a cabo el timo.
  • No ha conseguido repasar el lápiz correctamente, con lo que ha decidido tachar la 'Q' y continuar más abajo (usando de nuevo el lápiz para guiarse). Esto me lleva a la siguiente conclusión: escribía primero cada palabra a lápiz y luego la repasaba, frente a la habitual opción de escribir todo a lápiz y luego repasar.
  • A mitad de proceso se le ha ocurrido que, además de que no quieres que le timen por 59 Euros, tampoco quiere que le timen por otras cantidades: 31, 56, 38, 76, 29, etc. Una opción hubiera sido enumerar todas las cantidades de euros por las que no quiere que le timen, pero estamos ante un ser humano con recursos: en lugar de escribir 'euros' ha puesto el símbolo '€', y así ha logrado tener sitio para poner 'ni otros', cubriendo de forma brillantes todos los otros timos que le podrían intentar hacer.
  • Todas las letras están repasadas a boli (haciendo una espiral) salvo el 'NO' y el '€'. No consigo encontrar una interpretación satisfactoria a esta actitud.
Tres pensamientos aleatorios:
  1. ¿Por qué, seres humanos, colocáis carteles tan apasionantes por las calles? Yo creo que detrás de estos carteles está la razón de que tanta gente llegue tarde a los sitios...
  2. Timador: ¿por qué hiciste un timo de 59 Euros? ¿Por qué no una cantidad redonda?
  3. Timado: ¿el timo viene definido por la cantidad de dinero que le timan a uno?

viernes, septiembre 21, 2007

Ranas en oferta

Desde que la baba de caracol ha pasado a formar parte de nuestra cotidaneidad me cuesta más sorprenderme con estas cosas, pero aún así...

Ranas Toro vivas, por el módico precio de 2,50$ de Singapur (~1€)

miércoles, septiembre 19, 2007

Instrucciones para ir de Bako a Singapur

Nota: Si estáis planeando un viaje a Malasia, os recomiendo que visitéis la guía de Malasia que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com. También tenemos una guía de viaje a Singapur, y hemos escrito sobre los monos narigudos de Bako.

Al igual que en las vueltas ciclistas, los viajes tienen días de transición. Estos días no están dedicados al disfrute de un lugar o al descanso, sino a realizar el trayecto entre un lugar y otro. Muchas veces, de forma inesperada, estos días de transición se convierten en aventuras inolvidables. Un buen ejemplo de estos casos fue el viaje entre el parque nacional de Bako (en el Borneo malayo) y el barrio de Little India en Singapur.

8h15 - voy a la recepción de las cabañas del parque y 'encargo' una barca para ir hasta el Kampung Bako (i.e. poblado de Bako) (al parque no se puede acceder por tierra). Mientras hablo con la recepcionista, unos (monos) macacos intentan robar el desayuno de la señora de la limpieza.



9h - junto con dos escoceses (que llevan varios meses viajando), una inglesa (que lleva varios meses viajando) y el primo de la inglesa (sobre el que nadie sabe nada porque no habla), caminamos por el mar (mojándonos los pies) para llegar hasta la barca que ha venido a recogernos (la marea está baja y la barca no puede llegar al 'muelle').

Foto homenaje a javifields, su sombrero y la tierra de su sombrero

9h a 9h30 - dejamos el parque atrás, primero por mar y luego por río, antes rodeados por árboles de todos tipos (llenos de serpientes, monos de varios tipos, y otros bichos como el ratón-ciervo) y después entre casas de colores con sus barquitas. Llegamos al restaurante que hace de punto de embarque hacia Bako.




9h30 a 10h40 - ante la imposibilidad de conseguir una furgoneta que nos lleve a Kuching, optamos por esperar al autobús público (al que tuvimos la fortuna de conocer en el viaje de ida: amarillo chillón, sin amortiguadores y capaz de desviarse 15 minutos de su recorrido para ir a dejar a un señor frente a su casa). Haciendo tiempo, conversamos con un vendedor de pescado y escuchamos historietas del escocés: lleva varios años trabajando como barman en un crucero que da la vuelta al mundo, y en consecuencia tiene jugosas anécdotas sobre adinerados ancianos; hay una señora a la que su hijo, en lugar de pagarle un asilo, le paga el crucero. La señora lleva varios años sin salir del barco; repito: sin salir del barco, cuando llegan a las ciudades ella se queda en su camarote.

10h40 - el vendedor de pescado me pregunta que hacemos esperando allí. Teniendo en cuenta que sólo hay un autobús que llegue hasta Kampung Bako y que llevamos allí un buen rato esperando bajo el abrasador sol, su pregunta me resulta inapropiada. Respondo: "Kuching". Dice: "si queréis, os llevo en mi furgoneta". Contesto: "¿cuánto nos cobras?". Sigue: "ummmm... 35 ringgits". Calculo: "el autobús cuesta 2 ringgits, 35 por la furgoneta sale a 6 ringgits por persona. 5 ringgits es un euro. Creo que nos lo podemos permitir". Se lo comento al resto de la expedicion y están de acuerdo en no seguir esperando al autobus. Cuando ya nos hemos subido a la furgoneta del vendedor de pescado (que no huele a pescado) aparece el autobús amarillo. A buenas horas...

10h40 a 11h30 - la furgoneta del vendedor de pescado nos lleva sanos y salvos hasta Kuching. Por alguna razon, el escocés le dice que nos deje en el hotel Hilton. El hombre se dirige hacia la zona de descarga de pasajeros del hotel. En el último momento le freno y nos bajamos en la acera frente al hotel. Prefiero evitarme la imagen de seis personas (no alojadas en el Hilton) bajándose de la furgoneta (que no huele a pescado) de un vendedor de pescado (pero que no lo indica así en su furgoneta) cargados de gorros malayos, mochilas sucias y zapatos colgando, y pies sucios y mojados. Una vez en Kuching, cada pareja dirije sus pasos hacia donde bien le parece.

11h30 a 13h - arrastramos la mochila-maleta por el paseo marítimo de Kuching, dedicándonos a la observación de bailes típicos malayos (hay un festival), compra de sarongs (prenda de vestir femenina), conversación con una malaya a la que le gustaría que le diéramos un contacto con un español (mayor de 40 años) para poder chatear con el por Internet (¿algún interesado? tengo su email...). Por lo visto, los españoles (mayores de 40 años) son muy románticos. Comemos excelententemente en un garito (y nunca mejor dicho) chino, por la habitual cantidad (en Malasia) de 1 euro por persona (agua, sopa, verduras, noodles y ternera).

13h a 13h30 - vamos con un chino malayo (y taxista) al aeropuerto de Kuching (y con el taxi).

13h30 a 15h50 - aeropuerto. el avión sale con una hora de retraso.

15h50 a 17h15 - volamos (por unos 30 Euros, con una compañia de bajo coste llamada AirAsia) desde Kuching a Johor Barhu, una ciudad malaya fronteriza con Singapur.

16h30 - en teoría, la operación a realizar es la siguiente: 1) autobús aeropuerto a estación autobuses de Johor Barhu; 2) estación de autobuses Johor Barhu a estación de autobuses Singapur. La practica resultará ser diferente...

16h40 - el único autobús que hay a la vista es para turistas y lo descartamos por considerarlo demasiado caro (2 euros, un robo). Nos dirijimos a la parada del autobus público, de precio mucho más razonable. En la parada, le preguntamos a un hombre que pasa por allí cuál es la mejor forma de ir a Singapur. Nos narra la ya conocida operación que debemos realizar. Luego hace gesto de irse de allí, pero en el último segundo se lo piensa de nuevo y nos dice: "si queréis, os podemos llevar nosotros". Luego añade: "aunque mi coche es muy viejo". Y se ríe. Le seguimos hasta su coche (viejo) donde él y sus dos amigos nos dicen que ellos nos pueden llevar a Johor Barhu y que desde allí podemos coger un autobús a Singapur.

16h40 a 17h30 - nuestros benefactores son libios (de Libia). Están estudiando en Malasia porque es mucho más barato que estudiar en Inglaterra (y en Libia eso de la Universidad no debe de estar muy avanzado). Su coche es muy viejo: hace tiempo que no tiene espejos retrovisores, se hunde cuando nos sentamos (encajados con 2 mochilas grandes y 2 pequeñas) los cinco, y... no arranca. El conductor dice: "First problem: we need to push". Uno de los libios está encajado entre nosotros, y cuando vamos a abrir la puerta él se ríe diciendo: "Second problem: door not working". El que va sentado en el asiento del pasajero abre desde fuera. Empujan, el coche se enciende, y partimos camino de Johor Barhu. En la conversación propiciada por el inmenso atasco de entrada a Johor Barhu se producen conversaciones bastante surrealistas, sobre todo para mí: tener un nivel decente de inglés hace que me bloquee ante personas con niveles de vocabulario y pronunciación variopintos. Como resumen de ese memorable trayecto malayo con tres libios me quedo con un pensamiento aleatorio que se repite una vez tras otra por todo el mundo: vivir en el extranjero te hace juntarte con personas de tu nacionalidad (y lengua) con las que jamás te hubieras dirigido la palabra en tu propio país. Uno de los libios viene del desierto (a proposito de lo cual se crea un chiste entre los que eso del inglés es algo mas que un idioma; por lo visto, es complicado distinguir entre desierto y postre...) pero es un "fashion victim": gorra ladeada, pantalones ajustados, zapatos negros de punta alargada, chaleco, .... Otro de los libios lleva la barba al estilo que estamos acostumbrados a ver en los talibanes (de lo que deduzco, con peligro de equivocarme por ignorante, que observa el Islam en su versión más purista). El conductor es un buen chico de una amabilidad espectacular (me da su número de móvil por si nos pasa algo para que le podamos llamar) y, seguramente, de buena familia (a pesar del coche sin espejos, que no arranca y que no se puede abrir desde dentro).

17h30 - los libios nos dejan en una parada de autobús donde podremos coger un autobús (logicamente) que nos llevará a la estación de autobuses de Johor Barhu. A mí al principio no me queda muy claro qué hemos ganado yendo con ellos hasta esa parada de autobus (en lugar de esperar al autobús en el aeropuerto) pero luego me doy cuenta de lo bien que me lo he pasado con ellos y decido que ha merecido la pena complicar la operación de llegada a Singapur.

17h31 - llega el autobús que va a la estación de autobuses principal, Larkin.

17h50 - llegamos a Larkin. Compramos un billete de autobús para ir a Singapur (que, para los que no lo sepan, que alguno me he encontrado, es un país independiente (y que cuando visité en el año 2002 me impresionó por su nivel de desarrollo, lujo y modernidad)). En los 10 minutos de espera en la estación compramos una hamburguesa muy malaya (picante y hecha en el momento sobre una plancha por un tipo especializado en hacer hamburguesas) y un roti con huevo (una especie de crepe).

18h00 a 18h15 - trayecto entre la estación de autobuses de Johor Barhu y el puesto fronterizo de Malasia. Bajamos del autobus (junto con maletas, mochilas, bolsas y nuestro cansancio).

18h15 a 19h15 - cola caótica y multitudinaria en el puesto de immigración. Tras peleas silenciosas por lograr llegar a la policía que revisa los pasaportes y visados, conseguimos salir oficialmente de Malasia. Esperamos largo rato a que un autobús (de la misma compañía con la que hemos comprado el billete) llegue para llevarnos al puesto de immigración singapureño.

19h30 - llegamos al puesto de immigración de Singapur. No lo entiendo: una frontera está separada de otra por 15 minutos de autobús. ¿Son 15 minutos de tierra de nadie? El autobus durante ese trayecto contiene seres sin país... Sin embargo, empiezo a estar tan cansado que ni siquiera me doy cuenta de que he perdido mi nacionalidad.

19h45 - cola organizada y mínima para pasar el control de pasaportes de Singapur. Hemos saltado en cuestion de minutos desde un país en desarrollo a un país muy desarrollado. El salto me recuerda al paso entre España y Marruecos. Aunque ése era mucho más pronunciado... Alguien me dijo una vez que la frontera España-Marruecos supone el mayor salto económico que uno puede dar en el mundo. Tengo mis dudas, he visto otras fronteras que le van a la zaga: EEUU-México, Republica Dominicana-Haiti, ...

20h30 - llegamos a la estación de autobuses "Queen Street" de Singapur. Por suerte (lo peor de llegar a una ciudad por la noche y cansado es ponerse a buscar hotel), Bet y Esteve nos han reservado habitación en el mismo hotel donde están ellos (Little India guest house, que ellos han encontrado después de 2 horas dando vueltas por Singapur). Lo mejor de este guest house es que está a 15 minutos de la estación de autobuses a la que hemos llegado (por casualidad) y que los dos expedicionarios con peor sentido de la orientación (yo y ella) conseguimos llegar al hotel (y después, a la habitacion) sin perdernos. Tambien por suerte, no llegamos en Domingo: es el día que todos los indios de Singapur se dan cita en la calle para recordar su añorado país (y añadir un poco de ese caos que en la India es endémico).



12 horas de día de transición después, nos damos una ducha, nos cambiamos de ropa y salimos con Bet y Esteve a descubrir la noche (gastronómica) de Singapur.

domingo, septiembre 02, 2007

Merdeka en Taman Negara- Malasia

Nota: Si estáis planeando un viaje a Malasia, os recomiendo que visitéis la guía de Malasia que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.

Merdeka en malayo significa independencia. La consiguieron (de los ingleses) hace exactamente 50 años, un 31 de Agosto. Por casualidades de la vida (y para coger un vuelo a Borneo), nosotros hemos planificado pasar la noche del 31 en Kuala Lumpur, la capital de Malasia, con lo que esperamos con impaciencia ese dia para ver como celebran los malayos tan señalada fecha.

Estamos en Taman Negara, una de las junglas mas antiguas del mundo. Manana es 31 y debemos volver a Kuala Lumpur (en piragua 3 horas y luego autobus otras 3 horas). Pero como plato fuerte de Taman Negara, estamos planificando pasar esta noche en un escondite-cabaña en medio de la jungla, para ver si conseguimos observar animales (tapires, jabalies, monos, y en muy contadas ocasiones, tigres y elefantes). Comenzamos a hablar con guias para ver quien esta dispuesto a llevarnos a uno de los escondites mas metidos en la jungla, pero ninguno quiere ir porque, segun ellos, esta noche se celebra Merdeka.

Nuestro gozo en un pozo: al igual que el año nuevo se celebra el dia 31, la Merdeka se celebra la medianoche del 30 de Agosto, y no el 31 como originalmente habiamos pensado. No solo no vamos a ver la fiesta de Kuala Lumpur sino que esta noche no vamos a poder ir al escondite. Existe la opcion de ir sin guia, pero la parte femenina de la pareja holandesa con la que nos hemos juntado los ultimos dos dias no quiere pasar la noche sola en la jungla. En cierto modo se entiende, esta embarazada.

Finalmente, decidimos hacer una excursion en el dia al escondite. Ashley, un malayo de un pueblo de la zona, nos ofrece llevarnos en barca hasta un punto del rio desde el que podemos caminar al escondite. Dicho y hecho... No tenemos esperanzas de ver muchos animales, ya que todo el mundo con el que hemos hablado nos ha dicho que la unica forma de ver animales es pasando la noche alli escondidos, puesto que durante el dia se refugian y no se les ve. Durante la caminata por la jungla todos nuestros temores (al menos los mios, habia miembros de la expedicion cuyo miedo era el contrario, es decir, encontrarse con los animales) se confirman: los unicos animales que vemos son las innumerables sanguijuelas que saltan sobre nuestras botas a la mas minima ocasion. Hay que decir que lo de las sanguijuelas ayuda a creerse que uno esta en una jungla tropical y no en un bosque del pirineo (despues de una tormenta) puesto que si no hubieramos tomado las medidas oportunas (calcetin por fuera del pantalon, insecticida en las botas, ...) hubieramos acabado con las piernas llenas de bichos chupadores de sangre.

Llegamos al escondite, una cabaña de hormigon elevada por columnas a unos 12 metros de altura, a la que se sube por unas escaleras muy estrechas (para evitar que suban animales, supongo). Con sorpresa, encontramos que la cabaña esta cerrada con un candado: nadie nos habia prevenido. Bueno, da igual... de todas formas, como es de dia, tampoco vamos a ver ningun animal. La idea consiste en beber un poco, charlar bajo la cabaña, quitarnos las sanguijuelas que se arrastran por nuestros pantalones buscando carne, y volver hacia la barca. Ha sido una excursion y con ello nos contentamos.

Mientras los demas conversan, yo me doy una vueltecilla por los alrededores. Bajo un seto, encuentro unos grandes y enormes y extraordinarios excrementos que parecen frescos. Elefante? No soy un zoologo consumado (ni inconsumado) pero no puede haber muchos animales que defequen bolas de ese tamaño.




Oigo un ruido, como un caballo resoplando. Decido acercarme...

Nada, he cruzado por debajo del seto (y por encima de los excrementos) como un explorador de otro tiempo, pero el ruido que ha llamado mi atencion se ha silenciado. Vuelvo hacia el campamento.

Otro resoplido. Alguien, ya no recuerdo quien, grita: un elefante!!!!!!

Los cuatro intrepidos exploradores comenzamos a correr hacia la cabaña; esta cerrada, pero al menos las escaleras exteriores resultan un buen refugio. Desde alli, observamos todos con la boca abierta, alucinados, todavia sin poder creerlo: tenemos un elefante alli mismo, bebiendo agua del lago salado que hay junto al escondite (al que no podemos entrar). Alli subido, intento recordar la altura que un elefante puede alcanzar con su trompa... espero que no sea 10 metros... porque como se enfade, la llevamos clara.

Pensamos que es un macho (sin ningun fundamento cientifico, simplemente vemos que esta solo y parece cabreado, caracteristicas que atribuimos a los elefantes machos solitarios). Entre los miembros de la expedicion hay posiciones encontradas: la mitad se sube tan alto como puede en las escaleras (mientras comen patatas), mientras la otra mitad decide acercarse al elefante para grabar un video y hacer fotos. Curiosamente, dicha separacion en actitudes elefantiles se corresponde con la longitud del pelo de las personas en cuestion. Este punto debe estudiarse en el futuro, quizas estemos ante una correlacion significativa.

Bajo unos arboles, oculto por un seto, observo al elefante absorber agua con su trompa, mientras mueve constantemente de forma pendular su cola. Es uno de esos momentos tan increibles que a veces se producen en los viajes que uno no acierta a cerrar la boca, que la emocion le desborda y dan ganas de gritar. Adrenalina y alegria y sensacion de estar haciendo algo mas que vivir. En el Serengueti vi muchisimos elefantes, pero no es lo mismo observalers desde un todo terreno junto a unos japoneses haciendo fotos que hacerlo en una jungla malaya, desde el suelo y sin haber esperado encontrarlo. Incluso los guias con mas experiencia en Taman Negara no han visto mas de 2-3 elefantes en toda su vida, y nosotros estamos alli, a unos metros de un ejemplar (macho, solitario y enfadado).

Las dos mitades de la expedicion vuelven a reunirse en lo alto de las escaleras. Hay opiniones para todos los gustos: 1) alucinante, voy a intentar acercarme mas; 2) quiero irme a casa, ahora mismo; 3) un elefante... yo preferiria verlo con un cristal blindando entre nosotros; y 4) espectacular, un elefante! aqui al lado! viva!

Se produce una votacion y se decide permanecer en lo alto de las escaleras hasta que el elefante se vaya. El lago (charco) en el que el elefante bebe esta en un punto diferente al del camino por el que tenemos que volver a la piragua, pero si algo se aprende en los documentales es que los animales corren mucho mas de lo que aparentan a primera vista. Asi que a esperar se ha dicho... (con pequeñas incursiones de dos miembros de la expedicion hacia posiciones mas cercanas al elefante). La bolsa de patatas se acaba, los litros de agua que bebemos se sudan, las escaleras parecen mas bajitas cuando el elefante barrita, ... Y yo soy feliz.

El macho solitario (y cabreado) se lo toma con calma. Bebe, menea la cola, se da un paseo hasta cerca de la cabaña (viene hacia aqui! corred a las escaleras!), agita un arbol, camina alrededor de la cabaña (semi oculto por la maleza), dobla un arbol en dos (nos esta demostrando su fuerza! - grita alguien), y se aleja por la espesura. Lo mas impresionante de su caminar: lo silencioso que llega a ser a pesar de su gran volumen y de lo espeso de la jungla.

El elefante se ha ido y nosotros emprendemos el camino de regreso. No hablamos demasiado, cada uno esta interiorizando la experiencia vivida. Cuando llegamos a la piragua, Ashley, que ha preferido quedarse pescando en lugar de venir con nosotros al escondite, pone cara de sorpresa mayuscula cuando le contamos que hemos visto un elefante. Cuando luego llegamos de vuelta a Kuala Tahan, el pueblo central del Taman Negara, Ashley le cuenta a todo el mundo que hemos visto un elefante. Todos, turistas y locales, se acercan a nosotros para que les enseñemos el video. Somos la atraccion de la jungla. Cuando caminamos por la calle, todos nos señalan con el dedo. Un padre le dice a su hijo: "hijo, esos son los que han visto el elefante".

Por la noche celebramos Merdeka de una forma muy diferente a lo que habiamos planificado: orquesta de rock duro malaya en un local de conferencias, con otros 30-40 malayos y malayas. Ellos, algo borrachos en su mayoria, bailan. Ellas observan. La leccion que yo extraigo: tengo que venir a vivir a Malasia. Por fin he encontrado un pais donde todos bailan como yo. Lo digo en serio: bajan el culo, mueven las manos electricamente, y ponen cara de bobalicones. Para autodemostrarme que no me engaño, salgo a bailar con ellos y efectivamente, ni una mirada rara: todos observan mi baile como a un igual, como alguien que siempre ha bailado al estilo malayo y no lo sabia hasta ahora. Si es que viajar tiene estas cosas... uno siempre reencuentra retazos de si mismo con los que comprenderse mejor (y a veces, por casualidad, uno tambien se encuentra un elefante).

(sin tildes por culpa del teclado)