martes, septiembre 30, 2008

Prohibido llevarse (demasiada) agua bendita

En la catedral blanca de Arequipa, Perú, está prohibido llevarse más de medio litro de agua bendita:


Lo que más me interesaría saber es cómo se realiza el proceso de bendición del agua. Dicha operación da origen a muchas preguntas para las que no tengo respuesta: ¿se tarda lo mismo en bendecir una gota de agua que en bendecir 100 litros? ¿la bendición atraviesa las paredes de aluminio del tanque? ¿se puede bendecir la tubería y así bendecir automáticamente todo el agua que por allí pase? ¿para qué quiere la gente llevarse más de medio litro de agua bendita? ¿es mejor beber agua bendita que beber fontvella? ¿el agua bendita puede llevar cloro?

Lo único que puedo afirmar con seguridad es que desde que me lavé el pelo con agua bendita (siguiendo el ejemplo de mucha gente que pasaba por allí) soy más atractivo y mi alopecia ha remitido. Detrás de esta simple observación podría estar la explicación al cartel que nos ocupa: seguro que L'Oreal, Vichy y Bayer estarían interesados en llevarse un par de (cientos de) litros de este agua.

jueves, septiembre 25, 2008

Fronteras

Da igual que uno vaya de Sunauli (Nepal) a Belahiya (La India); o que entre en Marruecos desde Ceuta; o que salga de Singapur hacia Johor Bahru (Malasia); o que, en otra época, viajara en tren de Rumanía a Bulgaria: cruzar una frontera es peor que pasar sin compra por los detectores antirobo bajo la atenta mirada del vigilante de seguridad de una tienda cualquiera de electrónica. Y encima, hoy, nosotros nos la hemos jugado: tenemos sustancias prohibidas en la mochila, y estamos a punto de hacer el trayecto entre Arica (Chile) y Tacna (Perú). A pesar de los gigantescos carteles, ignorando a los policías y poniendo buena cara mientras revisan nuestras maletas, hemos desafiado las multas o potenciales penas de prisión, y no hemos tirado a la basura el paquete de cacahuetes que compramos en Barcelona antes de subir al avión. Así es, somos así: nos gusta viajar al límite y nos hemos negado a tirar unos cacahuetes que ya llevan con nosotros mas de dos semanas.

La carretera camino del Paso de Jama

En este viaje ya hemos cruzado tres fronteras: en avión la imaginaria entre España y Argentina; en autobús el paso de Jama entre Argentina y Chile; y en taxi colectivo la de Chile y Perú. La más interesante ha sido la del paso de Jama, a más de 4200 metros sobre el nivel del mar, donde los policías argentinos se calientan con una chimenea de leña y todos los pasajeros llegan mareados por las curvas y la altitud (muchos de los cuales no saben que, antes de llegar a San Pedro de Atacama, el autobús todavía tiene que subir hasta 4800 msnm). La frontera más insípida, como siempre, la del aeropuerto. Y la más tétrica la que separa Chile de Perú: taxistas marrulleros y atosigadores, señoras pasando 25 prendas de ropa envueltas alrededor de su cuerpo (vimos el proceso completo de una de ellas) y vendedores aprovechados que engañan a los viajeros recién llegados (nosotros). Tres fronteras diferentes, pero en todas ellas, las fuerzas de seguridad te observan y analizan, seguros de que si estás atravesando esa línea tan importante (e imaginaria) es porque ocultas algo.

Vistas de un control policial pasado Tacna


Fronteras, qué asco... Una bolsa de cacahuetes y a sudar, porque a alguien se le ocurrió poner en un cartel que los frutos secos chilenos no son bienvenidos en Perú. ¡Y eso que no son negros ni amarillos!

Tener dos sensaciones al mismo tiempo

Nota: Si estáis planeando un viaje a Chile, os recomiendo que visitéis la guía de Chile que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.

Es como cuando te preguntan si quieres más a papá o a mamá. O como cuando no sabes si prefieres el helado de trufa o el de stracciatella. O como cuando tienes que elegir si pintas las paredes de tu casa de blanco o de rojo. En definitiva: es otra de tantas veces en las que te debates entre dos sensaciones... En el caso que nos ocupa, entre el frío y el calor.

Ra y Mon tomando un baño en las aguas termales de los geíseres del Tatio.

Altitud: 4.350 metros sobre el nivel del mar
Temperatura exterior: -9C.
Temperatura del agua cuando emerge: 86C
Temperatura de Ra y Mon: variable; en algunos puntos -9C, en otros 86C.

A continuación, algunas de las vistas mientras uno toma un baño




martes, septiembre 23, 2008

Definición de Chile

Nota: Si estáis planeando un viaje a Chile, os recomiendo que visitéis la guía de Chile que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.

Diego, un vendedor de pollos, nos dice: "Los chilenos y los europeos se diferencian fundamentalmente en una cosa: los europeos siempre me piden pollo con papas; y los chilenos, sin embargo, piden papas con pollo. Los primeros quieren medio pollo con una porción pequeña de papas, y los segundos una grande de papas con un octavo de pollo".

A tal definición yo únicamente le añadiría una cosa: los chilenos dicen continuamente Jai y pongas donde pongas la vista ves arena, piedras y volcanes. Así es: hoy hemos llegado al desierto de Atacama.

Tierra, piedras y montañas... Y a veces...

... ¡una laguna!

Cuando uno asoma la cabeza entre las casas de San Pedro de Atacama, siempre ve lo mismo: ¡un volcan!

La luna sonríe...

En el norte de Argentina y Chile, la luna no C(rece) o D(ecrece). Simplemente se alegra o se pone triste... Y hoy le toca estar contenta:

Cosas de estar en otro punto del globo terraqueo



Y ahora, la sonrisa vista por telescopio...

La luna vista por uno de los telescopios de Alain Maury

La quebrada de Humauaca - La quebrada de Purmamarca

Nota: Si estáis planeando un viaje Argentina, os recomiendo que visitéis la guía de Argentina que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com. También tenemos una guía de Buenos Aires.

La quebrada de Humauaca y la quebrada de Purmamarca (ambas en la provincia de Jujuy, Argentina) destacan por dos hechos: hay impresionantes cerros de mil colores y todos los cantantes de la zona están 'obligados' a introducir las palabras 'quebrada de Humauaca' y 'quebrada de Purmamarca' en sus canciones. Este segundo aspecto no sería muy grave si no fuera porque 1) en todas las radios ponen música de la zona y 2) en el aparato de música del coche que hemos alquilado para un par de días hay un CD atascado. Se oye pero no se puede sacar. Y, obviamente, el CD que alguien dejó atascado es de un grupo de la región que intuyo se llama 'Los humauaqueños'.

Los siguientes paisajes tienen una cosa en común: todos fueron observados en el más absoluto silencio.
El cerro de siete colores, Purmamarca

Este ciclista está pasando frío (está a más de 4000 metros), pero eso no es nieve...

¡Es sal! Salinas grandes, entre Argentina y Chile, camino del paso de Jama


Creemos que es un guanaco, pero admitimos que los camélidos no son nuestro fuerte...

jueves, septiembre 18, 2008

Cachi, o ´las personas que transforman sus vidas

Nota: Si estáis planeando un viaje Argentina, os recomiendo que visitéis la guía de Argentina que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com. También tenemos una guía de Buenos Aires.

"Viste, pues Sergio es de Pompella y yo de un pueblito de Buenos Aires, y ya habíamos pasado por Cachi hace unos años, así que un día agarramos la carpa (tienda de campaña) y nos instalamos acá. Y con el tiempo alquilamos el local, y ahora el restaurante nos da para ir viviendo y acá estamos muy tranquilos"
Restaurante Ashpamanta, en Cachi, un pueblo dimituto en la provincia de Salta, Argentina. Nos hemos dado un festín de cocina de fusión a precios irrisorios (por ejemplo, risotto de quinoa, un pseudo-cereal andino; por ejemplo, crema de calabaza con cáscara de naranja y queso local) y yo sólo puedo pensar en una cosa: la gente que deja atrás todo lo conocido y se lanza a una nueva forma de vida, una aventura de la que no tienen siquiera un indicio de hacia donde los llevará. Por ejemplo, los dueños del Ashpamanta: se cansaron de la ciudad y se vinieron a Cachi a abrir un restaurante. Ahora incluso tienen un pequeño cachito que se llama Nicolás. Por ejemplo, uno de mis mejores amigos dejó atrás el mundo yuppie del estres y ahora se dedica a encontrar la mejor manera de ser feliz. Por ejemplo, las decenas de personas que encontramos cuando viajamos y que llevan cinco meses, un año, tres años, viajando. Todos rompieron una situación cómodo (por conocida) para meterse en una incómoda (por desconocida). Y ahora, todos ellos se han dado la oportunidad de encontrar una vida meor que la que tenían.
Es habitual aspirar a ser más feliz de lo que uno es. Lo extraño es encontrar gente que va más allá de la aspiración, personas que arriesgan para conseguirlo. Por eso, cuando uno encuentra a alguien así, debe pararse un momento y reflexionar admirando. En Cachi, rodeado de cardones, frío, calor, partidos de fútbol de veteranos campesinos, bibliotecas concebidas en otro siglo y carteles de 'respetemos nuestro pueblo', lo he vuelto a hacer: me he parado, he reflexionado y he admirado.

Mira... ¡un cactus!

El viaje de Salta a Cachi se puede resumir en una sola exclamación: "mira... ¡un cactus!". El autobús sube una cuesta infernal, a ratos asfaltada a ratos de ripio. A veces el autobús atraviesa riachuelos que descienden de las montañas, porque aquí prefieren dejar pasar al río por su sitio, en lugar de hacerle pasar por debajo de un puente. ¡Menos mal que en esta época del año los ríos llevan poca agua!

El autobús sube y sube, curvas y curvas, el valle al fondo... Y de repente... Mira, ¡un cactus! ¡Y allí otro! ¡Y cientos de ellos! Acabamos de entrar en el parque nacional de los cardones...


La foto no es nuestra, tenemos un hemos arreglado el pequeño problemilla con de la cámara....

domingo, septiembre 14, 2008

Otra visión de un mismo viaje...

A veces, un mismo viaje puede tener varias lecturas:

http://unalibretaenlamochila.blogspot.com

... by la tiradora de hilos

El tren a las nubes

La principal atraccion turística de Salta es el tren a las nubes. Es probablemente el ejemplo perfecto de algo creado con fines prácticos al que con el tiempo se le ha dado un uso exclusivamente turístico. El tren a las nubes es un tren que va de Salta a San Antonio de los Cobres (6-7 horas) y luego vuelve (6-7 horas), en el mismo día, con una parada mínima en un pueblo. El paisaje es espectacular, se pasa por el viaducto más alto del mundo (o eso dicen), hay nubes (tal y como su nombre indica) y actualmente cuesta unos 150$ por persona. Vamos, un robo de esos que uno tiende a aceptar porque todo el mundo dice que merece la pena...
En la Expo de Zaragoza, pabellón argentino: "tenés que agarrar el tren a las nubes. Es lo más lindo que hay".
En Buenos Aires, hablando con un chico que conocemos en la calle: "lo mejor que podéis hacer es agarrar el tren carguero que sube por las mismas vías pero que es gratis; simplemente le dais unos pesos al maquinista y os llevará en la máquina todo el trayecto".
En la terminal de Omnibús de Salta: "el tren a las nubes está suspendido. Hay una avería muy gorda y lo tienen parado"
En la terminal de Omnibús de Salta: "han vuelto a poner en funcionamiento el tren a las nubes, pero está lleno para todos los días y no hay sitio".
En el hostal de Salta: "sí, pero el carguero sólo sale los sábados".
De camino a la estación, una señora: "Sí, por allí se va a la estación. Pero creo que el servicio del tren a las nubes está suspendido".
En la estación de tren, un señor muy simpático de los ferrocarriles argentinos: "El tren carguero no funciona desde hace tres años, no salía a cuenta mantenerlo. <...> Si yo fuera vosotros, no me subiría al tren a las nubes: es caro, la compañia que lo gestiona no es fiable, tienen serios problemas técnicos, el tren se les para muy a menudo, no hacen el mantenimiento debido, y son unos impresentables. Si todo sale bien, la gente incluso se olvida de los 150$ que cuesta. Si algo no sale bien, lo cual es habitual, ya se imaginarán ustedes la cara que se les queda...".
En la estación de tren, la oficina del tren a las nubes: "CERRADO".
En la radio FMxx.xx: "digámosle adiós a la semana en que volvió el tren a las nubes".
En un periódico, unos días más tarde, uno de los responsables del tren a las nubes: "La semana se ha completado satisfactoriamente desde el punto de vista técnico, aunque hemos funcionado con los vagones medio vacíos porque se ha producido un proceso de desinformación por parte de las entidades encargadas de captar clientes para el tren a las nubes".
En Puno, Perú, dos semanas más tarde, junto al lago Titicaca, una señora de Vitoria: "¿Y cogisteis el tren a las nubes? ¡Es impresionante!"
Ra y Mon, y la tiradora de hilos: "Nooooooooooooooooooooooooo!!! No lo cogimos y no queremos volver a oír hablar del maldito tren a las nubes."

Esa carne...

Todos los argentinos que viven en España (e imagino que en otros lugares del mundo) dicen que nuestra carne no sabe como la suya. En Salta, capital de la provincia norteña del mismo nombre, en un restaurante al borde de un lago (en el que previamente habíamos ejercido de turistas locales alquilando un patín a pedales), comprobamos una vez más que los argentinos tienen razón. Al menos, en lo referente a la carne: es extraordinaria. Y muy barata.
El veredicto es que la tira de asado es mi corte favorito. Aunque tampoco se le pueden poner peros al vacío o al bife de costilla. El único corte que no me gusta es el matambre, quizás porque a mí nunca me ha gustado matar al hambre; a mí lo que me gusta es cultivarla, y prestarle mucha atención. Y en Argentina eso lo he tenido más fácil que nunca: no hay más que sentarse frente a una mesa y pedir que te sirvan un trozo de vaca.

jueves, septiembre 11, 2008

Una bomba de palabras o dejé a mi marido porque sólo tenía un testículo

Estamos esperando en la cola del ómnibus de noche Córdoba-Salta. Una señora habla y habla, y vuelve a hablar. La señora habla y habla con una chica joven, a la que al principio atribuyo la condición de hija pero luego cambio de opinión cuando la veo marcharse a toda velocidad en un momento de despiste de la señora. Tiene entre setenta y noventa años, lleva gafas gigantes y una mantilla o poncho blanco. Y no para de hablar.
La señora habla ahora con el maletero (o mozo que sube las maletas al autobús), hasta que éste, abrumado, le pide por favor que se aparte porque hay mucha gente esperando para entregar su maleta. Yo pienso: "pobre del que le toque sentarse al lado de esta señora".
Obviamente, el pobre resulto ser yo. Separados por un pasillo, claro, puesto que mi compañera de butaca siempre es la tiradora de hilos. Separados por un pasillo, sí. pero eso, para la señora del poncho blanco de ganchillo, es una barrera menor, incluso diría que inexistente. La prueba más evidente es que a lo largo de las dos siguientes horas, la señora nos relata toda su vida, comenzando por sus antepasados (conde Smorza para servirle, pero él no fue como otros condes, él lo ganó en el campo de batalla) y continuando (el verbo finalizar no existe en el vocabulario de la señora Smorza) por su bisnieta. Después de todo, quizás tenga más de cien años... ¡su bisnieta está a punto de comenzar la universidad!
Son las 21h30 y la tiradora y yo le prestamos atención a la señora, alucinados con su discurso y su capacidad para no parar nunca de hablar. En ocasiones, incluso le animamos a profundizar en algunos aspectos de su vida que no nos quedan claros. Permitidme que comparta con vosotros algunos de los pasajes más impactantes:
- los Smorza somos de rasgos finos y delicados, de piel muy blanca y ojos claros. Son todos como yo, nos dice, mientras se quita las gafas para que veamos su gran nariz.
- a mi primer marido lo abandoné, porque cuando lo torturaron le arrancaron un testículo y ya no cumplía la función sexual normal.
- los masones son superiores intelectualmente al resto, y no creen en Dios, son ateos. Pero si te sales de la masonería (como su bisabuelo) te persiguen por todo el mundo para matarte.
- mi primer marido luego tuvo dos hijos con otra señora... ¡con un sólo testículo!
- mi nieto es inspector de embajadas. Embajador lo es cualquiera, pero... ¡inspector! Lo mismo inspecciona un día la embajada de Nueva York que al día siguiente inspecciona la de Viena.
- la más perjudicada de Argentina fui yo. Un día voy a contar toda la verdad, porque yo soy escritora.
- yo fui profesora hasta que me retiraron de la docencia por una neurosis.
A partir de un cierto momento la señora pasa a hablar únicamente de la guerrilla y de la dictadura. No me queda claro si la agresión vino de los guerrilleros o los militares, o ambos, pero el monólogo se vuelve demasiado desagradable, y todos los pasajeros del autobus guardan silencio mientras ella repite que la más perjudicada fue ella. A pesar de que me hago el dormido (después de dos horas ya no puedo mantener la atención), ella sigue hablando un buen rato, luego comienza a murmurar, y finalmente calla (otra posibilidad es que yo me durmiera realmente).
Al día siguiente, ella hace un primer intento de continuar con la 'conversación' de la noche anterior, pero yo me enfrasco en la lectura de mi libro, rozando la mala educación. Después de una noche en el autobús, por mucho servicio 'cama' que sea, uno no siempre tiene la energía de prestar atención a una interlocutora tan absorbente. Ella, indiferente a mi indiferencia, se levanta, se va hacia unas filas más atrás, se sienta junto a una chica joven, y...
- Mi hijo es un muchacho que....
Y ya no para hasta llegar a Salta. Cuando por fin llegamos, todos los pasajeros salimos corriendo, pues la señora nos ha prometido a varios de nosotros encontrar un alojamiento económico en la ciudad. Y todos corren, por una parte porque están agotados, y por otra porque nadie quiere que lo tenga localizado en un determinado hotel una señora capaz de abandonar a su marido por sólo tener un testículo...
Antes de coger el remiss hacia la ciudad, volvemos a ver a la señora, cómo no, acompañada de un mozo de maletas y hablando. El mozo la mira, todavía alucinado y no sobrepasado. Y la señora habla y habla. Y vuelve a hablar. Porque las bombas humanas de palabras no callan jamás, y esta señora es la madre de todas las bombas de palabras que ha habido en la historia.

viernes, septiembre 05, 2008

Córdoba, una ciudad bajo llave

Nota: Si estáis planeando un viaje Argentina, os recomiendo que visitéis la guía de Argentina que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com. También tenemos una guía de Buenos Aires.

Hoy Córdoba (Argentina) está cerrada. Y cuando digo cerrada quiero decir que han colocado un candado y la llave se ha perdido. Al menos, según nos dicen, hasta las ocho de la tarde. Hoy en la provincia de Córdoba están haciendo el censo de la población, y el gobierno, para asegurarse de encontrar a todo el mundo en su casa, ha prohibido operar a los comercios, tenderetes, vendedores ambulantes, restaurantes, supermercados y quioscos. Y nosotros hemos tenido la inmensa fortuna de llegar hoy a Córdoba a las ocho de la mañana.

Por suerte, el gobierno ha decretado que tres tipos de entidades que pueden abrir: los hoteles, las farmacias y los hospitales. Hablando con el recepcionista de nuestro hotel intentamos entender la necesidad (y la conveniencia) de cerrar todo para hacer un censo, y una vez en la calle (desierta) intentamos no desesperarnos ante la perspectiva de pasar todo un día en Córdoba sin un sitio donde sentarnos, un café donde leer un libro, una tienda donde comprar agua, un museo que visitar o un restaurante donde llevarnos algo a la boca. En nuestro caótico vagabundear por la ciudad (que incluye una manzana jesuítica con iglesia y monasterio) encontramos un quiosco abierto (¿de estrangis?) con una larga cola frente a él, una farmacia donde nos venden patatas fritas y agua (¿medicinales?) y un almacen-chiringuito (abierto ilegalmente según deducimos de la forma de gestionarlo) donde en diez metros cuadrados se agolpan todos los que ayer no supieron/quisieron acumular provisiones para pasar el día de censo. En este almacen, sorprendentemente, son mayoría los mendigos, que esperan su vez pacientemente. El único trozo de jamón de york del que dispone el almacen disminuye considerablemente cada vez que le llega el turno a un cliente. Sin embargo, los mendigos no se inmutan: uno tras otro, al llegar frente a la caja, piden su tetrabrick de vino, pagan dos pesos, y se marchan arrastrando los pies en sus destrozados zapatos. Al rato, les seguimos nosotros con unas lonchas de queso, un poco de jamón, unas galletas saladas y una botella de agua. Tanto los mendigos como nosotros estamos felices: el mercado negro nos ha librado de pasar un día de ayuno.

Cuando llegan las ocho de la noche la ciudad cobra vida, y todo el mundo se lanza a la calle. En pocos minutos los cines se llenan, los restaurantes no tienen mesas libres y los supermercados anuncian en sus puertas que hoy, día del censo provincial, retrasan la hora de cierre hasta la una de la mañana. En la plaza San Martín de Córdoba, a veinte minutos del chiringuito clandestino que hoy se ha hecho de oro vendiendo jamón, queso y vino, los mendigos siguen bebiendo y observando cómo los cordobeses disfrutan de la resurrección de su ciudad.