jueves, septiembre 25, 2008

Fronteras

Da igual que uno vaya de Sunauli (Nepal) a Belahiya (La India); o que entre en Marruecos desde Ceuta; o que salga de Singapur hacia Johor Bahru (Malasia); o que, en otra época, viajara en tren de Rumanía a Bulgaria: cruzar una frontera es peor que pasar sin compra por los detectores antirobo bajo la atenta mirada del vigilante de seguridad de una tienda cualquiera de electrónica. Y encima, hoy, nosotros nos la hemos jugado: tenemos sustancias prohibidas en la mochila, y estamos a punto de hacer el trayecto entre Arica (Chile) y Tacna (Perú). A pesar de los gigantescos carteles, ignorando a los policías y poniendo buena cara mientras revisan nuestras maletas, hemos desafiado las multas o potenciales penas de prisión, y no hemos tirado a la basura el paquete de cacahuetes que compramos en Barcelona antes de subir al avión. Así es, somos así: nos gusta viajar al límite y nos hemos negado a tirar unos cacahuetes que ya llevan con nosotros mas de dos semanas.

La carretera camino del Paso de Jama

En este viaje ya hemos cruzado tres fronteras: en avión la imaginaria entre España y Argentina; en autobús el paso de Jama entre Argentina y Chile; y en taxi colectivo la de Chile y Perú. La más interesante ha sido la del paso de Jama, a más de 4200 metros sobre el nivel del mar, donde los policías argentinos se calientan con una chimenea de leña y todos los pasajeros llegan mareados por las curvas y la altitud (muchos de los cuales no saben que, antes de llegar a San Pedro de Atacama, el autobús todavía tiene que subir hasta 4800 msnm). La frontera más insípida, como siempre, la del aeropuerto. Y la más tétrica la que separa Chile de Perú: taxistas marrulleros y atosigadores, señoras pasando 25 prendas de ropa envueltas alrededor de su cuerpo (vimos el proceso completo de una de ellas) y vendedores aprovechados que engañan a los viajeros recién llegados (nosotros). Tres fronteras diferentes, pero en todas ellas, las fuerzas de seguridad te observan y analizan, seguros de que si estás atravesando esa línea tan importante (e imaginaria) es porque ocultas algo.

Vistas de un control policial pasado Tacna


Fronteras, qué asco... Una bolsa de cacahuetes y a sudar, porque a alguien se le ocurrió poner en un cartel que los frutos secos chilenos no son bienvenidos en Perú. ¡Y eso que no son negros ni amarillos!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Menudas aventuras las que estáis viviendo!!
Gracias por compartirlas.

Ra y Mon dijo...

¡Un placer! Gracias por leerlas.

Para tranquilidad de nuestros lectores, debo aclarar que estos textos estan siendo publicados 'en diferido', puesto que ya llevamos unos días en Barcelona. Pero no quiero que estas historias se queden en mi libreta (y en mi mente), así que las iré publicando aquí poco a poco.