En este hotel no tienen muy claras las ideas:
¿En qué quedamos? ¿Nos relajamos o nos energizamos?
Muchos proyectos prometedores acaban mal por fallos al fijar el mercado objetivo... O quizás sea yo el que no entiende el objetivo del hotel. Podría ser que estén buscando cabezas llenas de energía con cuerpos muy relajados...
Nota: este pensamiento aleatorio en voz alta fue de Cristina
lunes, abril 30, 2007
jueves, abril 26, 2007
Tened cuidado: sed buenos
Tantas horas de trabajo tenían que dar sus frutos: he alcanzado cotas de concentración tan altas que mis pensamientos se convierten automáticamente en realidad.
Ayer, volviendo a casa en bicicleta, una chica se propuso adelantarme. Yo no tengo ningún problema en que me adelanten, y por tanto la dejé pasar. Lo interesante del asunto es que ella me quería adelantar a pesar de que yo iba justo detrás de un coche por una calle de un solo carril. Y el coche iba despacio porque delante de él iban otros dos ciclistas. Por lo tanto, la ciclista meteprisas consiguió adelantarme, pero únicamente para sustituirme en mi posición tras el coche.
La chica debía de tener mucha mucha prisa, porque intentó adelantar al coche. Y eso que cualquier ciclista con dos dedos de frente sabe que es un peligro adelantar a un coche por una calle de un solo carril y con multitud de gente en las aceras (i.e la calle Hospital en el Raval). Yo la observaba desde detras, pensando: "esta tía es tonta; se va a caer".
Diez segundos después la ciclista ya no era ciclista, sino caidista. En un cruce con otra calle la ciclista se subió a la acera, adelantó al coche acortando por el chaflán y se incorporó de nuevo al asfalto, chocándose con otra ciclista que iba por allí tranquilamente. Se pegó una buena.
Lo pensé y se cayó. Me sentí incluso culpable. Tened cuidado. No me hagáis acumular culpa. Sed buenos, sobre todo conmigo. Estoy pensando.
Ayer, volviendo a casa en bicicleta, una chica se propuso adelantarme. Yo no tengo ningún problema en que me adelanten, y por tanto la dejé pasar. Lo interesante del asunto es que ella me quería adelantar a pesar de que yo iba justo detrás de un coche por una calle de un solo carril. Y el coche iba despacio porque delante de él iban otros dos ciclistas. Por lo tanto, la ciclista meteprisas consiguió adelantarme, pero únicamente para sustituirme en mi posición tras el coche.
La chica debía de tener mucha mucha prisa, porque intentó adelantar al coche. Y eso que cualquier ciclista con dos dedos de frente sabe que es un peligro adelantar a un coche por una calle de un solo carril y con multitud de gente en las aceras (i.e la calle Hospital en el Raval). Yo la observaba desde detras, pensando: "esta tía es tonta; se va a caer".
Diez segundos después la ciclista ya no era ciclista, sino caidista. En un cruce con otra calle la ciclista se subió a la acera, adelantó al coche acortando por el chaflán y se incorporó de nuevo al asfalto, chocándose con otra ciclista que iba por allí tranquilamente. Se pegó una buena.
Lo pensé y se cayó. Me sentí incluso culpable. Tened cuidado. No me hagáis acumular culpa. Sed buenos, sobre todo conmigo. Estoy pensando.
miércoles, abril 25, 2007
Desidentificar la política
En la investigación biomédica se suele realizar un proceso llamado "desidentificación". Desidentificar unos datos implica alterar la información que estos contienen para que no sea posible identificar a quién pertenecen unas ciertas características, tejidos o resultados experimentales. Por ejemplo, si yo pido datos de pacientes esquizofrénicos, los recibo sin nombre y apellidos, y únicamente un número me indica la correspondencia entre el paciente y sus características. Así, yo puedo publicar mis resultados tranquilamente, y el paciente tiene garantizado que nadie más que él y su médico podrán acceder a sus datos.
Este proceso, que puede parecer entre obvio y absurdo al lego en la materia, es una de las grandes cuestiones en la biomedicina: nadie quiere que sus datos vayan circulando por allí (pueden caer por ejemplo en manos de la aseguradora); por otro lado, los científicos necesitan datos reales para poder investigar. Hay numerosos programas informáticos dedicados a desidentificar, solución que en la ciencia parece funcionar muy bien.
Hoy quería proponer lo siguiente: aplicar la desidentificación a la política. A continuación esbozo las consecuencias prácticas que esto tendría:
1. En las elecciones, uno no votaría a personas sino a unos nombres en clave, en base a sus propuestas y a su pasado. El pasado vendría representado por las leyes que han votado, sus acciones, condenas judiciales, etc, etc. Sus propuestas vendrían en un programa sin fotos, siglas, eslogans, ...
2. No se anunciaría el resultado de las elecciones. Así, los ciudadanos no estarían contentos o disgustados con el gobierno en base a si ellos le votaron o no, sino por sus actos y las consecuencias de estos. Esto implicaría, por supuesto, que no se conocería la supuesta ideología de tu gobernante del momento. De esta forma lo juzgaríamos por lo que está haciendo o diciendo, y la gente no apoyaría o atacaría al político de turno basándose en su afinidad por unas supuestas ideas.
3. Los periodistas, columnistas, opinadores, tertulianos y demás creadores de opinión emitirían sus juicios en base al hecho, y no tal y como lo hacen en la actualidad (¿necesito explicarlo?). Al no saber quién ha dicho o hecho algo, el tertuliano debería pararse a pensar cuál es su opinión verdadera sobre un asunto, en lugar de posicionarse automáticamente en función de sus preferencias políticas.
4. Las noticias serían mucho más aburridas, es cierto, pero creo que a cambio lograríamos gente con opinión formada y no autoimpuesta.
Este pensamiento aleatorio viene provocado por nuestros políticos y medios de comunicación. No necesito dar ejemplos porque todos los conocemos. Lo único que sé es que, últimamente, yo mismo me encuentro pensando a favor o en contra de los hechos en función de quién lo hizo, y no por lo que hizo. Si un personaje me cae mal, cualquier cosa que opine la criticaré simplemente porque salió de su boca. Y viceversa. Y esto me tiene muy preocupado. Yo, al menos, me doy cuenta... pero tengo la sensación de que la gran mayoría de la población comienza a tomarse la política como el fútbol: hay que animar a tu equipo haga lo que haga. Y eso, es muy peligroso. E incorrecto.
Despertémonos... hay que comenzar a pensar por nosotros mismos. Una forma de hacerlo es desidentificando las cosas. Supongo que las propuestas que he mencionado anteriormente aún tardarán unos años en aplicarse, así que mientras tanto el ejercicio es el siguiente: ante cualquier hecho (e.g. OPA de Endesa; juicio 11M; ley dependencia; nacionalismo; ...) hay que preguntarse qué pensaría uno mismo si los protagonistas intercambiaran los papeles. Por ejemplo, si oyes a alguien diciendo "... porque mi país es el mejor ..." no lo odiarías/amarías en función de si se refiere a España o Cataluña, sino de tú opinión personal sobre pensar que alguien es mejor por ser de un país concreto; o si un señor denuncia injerencias del presidente del gobierno, no te parecería bien/mal en función de si es Aznar (y sus célebres directivos de confianza) o Zapatero (y su célebre OPA). Y así, hasta el infinito. Esta mañana mismo, escuchando mis dos emisoras de radio habituales, he oído defender/atacar casos que hace cinco años atacaron/defendieron en situaciones idénticas. Siempre en función de lo que les interesaba, claro. ¡Que asco!
Por eso, y hasta que logre que desidentificar la política de forma definitiva, cada uno debería comenzar a entrenarse a hacerlo el mismo. Por lo pronto, yo voy a comenzar a programar un filtro informatico que colocado en la oreja haga el papel de desidentificador.
Nota: sí, ya sé que mis posts son cada vez menos frecuentes. Hasta julio no creo que consiga aumentar la frecuencia, porque el día tiene 86400 segundos, y ahora mismo me veo obligado a dedicar la mayoría de ellos a esto.
Este proceso, que puede parecer entre obvio y absurdo al lego en la materia, es una de las grandes cuestiones en la biomedicina: nadie quiere que sus datos vayan circulando por allí (pueden caer por ejemplo en manos de la aseguradora); por otro lado, los científicos necesitan datos reales para poder investigar. Hay numerosos programas informáticos dedicados a desidentificar, solución que en la ciencia parece funcionar muy bien.
Hoy quería proponer lo siguiente: aplicar la desidentificación a la política. A continuación esbozo las consecuencias prácticas que esto tendría:
1. En las elecciones, uno no votaría a personas sino a unos nombres en clave, en base a sus propuestas y a su pasado. El pasado vendría representado por las leyes que han votado, sus acciones, condenas judiciales, etc, etc. Sus propuestas vendrían en un programa sin fotos, siglas, eslogans, ...
2. No se anunciaría el resultado de las elecciones. Así, los ciudadanos no estarían contentos o disgustados con el gobierno en base a si ellos le votaron o no, sino por sus actos y las consecuencias de estos. Esto implicaría, por supuesto, que no se conocería la supuesta ideología de tu gobernante del momento. De esta forma lo juzgaríamos por lo que está haciendo o diciendo, y la gente no apoyaría o atacaría al político de turno basándose en su afinidad por unas supuestas ideas.
3. Los periodistas, columnistas, opinadores, tertulianos y demás creadores de opinión emitirían sus juicios en base al hecho, y no tal y como lo hacen en la actualidad (¿necesito explicarlo?). Al no saber quién ha dicho o hecho algo, el tertuliano debería pararse a pensar cuál es su opinión verdadera sobre un asunto, en lugar de posicionarse automáticamente en función de sus preferencias políticas.
4. Las noticias serían mucho más aburridas, es cierto, pero creo que a cambio lograríamos gente con opinión formada y no autoimpuesta.
Este pensamiento aleatorio viene provocado por nuestros políticos y medios de comunicación. No necesito dar ejemplos porque todos los conocemos. Lo único que sé es que, últimamente, yo mismo me encuentro pensando a favor o en contra de los hechos en función de quién lo hizo, y no por lo que hizo. Si un personaje me cae mal, cualquier cosa que opine la criticaré simplemente porque salió de su boca. Y viceversa. Y esto me tiene muy preocupado. Yo, al menos, me doy cuenta... pero tengo la sensación de que la gran mayoría de la población comienza a tomarse la política como el fútbol: hay que animar a tu equipo haga lo que haga. Y eso, es muy peligroso. E incorrecto.
Despertémonos... hay que comenzar a pensar por nosotros mismos. Una forma de hacerlo es desidentificando las cosas. Supongo que las propuestas que he mencionado anteriormente aún tardarán unos años en aplicarse, así que mientras tanto el ejercicio es el siguiente: ante cualquier hecho (e.g. OPA de Endesa; juicio 11M; ley dependencia; nacionalismo; ...) hay que preguntarse qué pensaría uno mismo si los protagonistas intercambiaran los papeles. Por ejemplo, si oyes a alguien diciendo "... porque mi país es el mejor ..." no lo odiarías/amarías en función de si se refiere a España o Cataluña, sino de tú opinión personal sobre pensar que alguien es mejor por ser de un país concreto; o si un señor denuncia injerencias del presidente del gobierno, no te parecería bien/mal en función de si es Aznar (y sus célebres directivos de confianza) o Zapatero (y su célebre OPA). Y así, hasta el infinito. Esta mañana mismo, escuchando mis dos emisoras de radio habituales, he oído defender/atacar casos que hace cinco años atacaron/defendieron en situaciones idénticas. Siempre en función de lo que les interesaba, claro. ¡Que asco!
Por eso, y hasta que logre que desidentificar la política de forma definitiva, cada uno debería comenzar a entrenarse a hacerlo el mismo. Por lo pronto, yo voy a comenzar a programar un filtro informatico que colocado en la oreja haga el papel de desidentificador.
Nota: sí, ya sé que mis posts son cada vez menos frecuentes. Hasta julio no creo que consiga aumentar la frecuencia, porque el día tiene 86400 segundos, y ahora mismo me veo obligado a dedicar la mayoría de ellos a esto.
jueves, abril 19, 2007
¿Cuándo se convierten las cosas en obvias?
En un artículo científico del año 1995 que he tenido que consultar hoy, me ha llamado la atención el siguiente texto:
To provide easy and broad access, we have made the scop database available as a set of tightly coupled hypertext pages on the world wide web (WWW). This allows it to be accessed by any machine on the internet (including Macintoshes, PCs and work-stations) using free WWW reader programs, such as Mosaic (Schatz & Hardin, 1994). Once such a program has been started, it is necessary only to ‘‘open’’ URL:
Actualmente, sería inimaginable que alguien describiera en un artículo "by any machine on the internet (including Macintoshes, PCs and work-stations)" o "using free WWW reader programs" o incluso "necessary only to ‘‘open’’ URL". Si alguien explicara que las páginas web se pueden ver con cualquier tipo de ordenador, nos quedaríamos mirándole con cara de sorpresa, porque todo esto ha pasado a formar parte de eso-que-se-da-por-sabido. Y sólo han pasado 12 años.
¿Qué hay actualmente que necesitemos describir en detalle al explicarlo y que sin embargo dentro de 10 años pertenecerá al dominio de lo obvio?
A mí no se me ocurre ninguna idea... (seguramente porque me tengo que ir y no le he dedicado más de 3 segundos a pensarlo).
To provide easy and broad access, we have made the scop database available as a set of tightly coupled hypertext pages on the world wide web (WWW). This allows it to be accessed by any machine on the internet (including Macintoshes, PCs and work-stations) using free WWW reader programs, such as Mosaic (Schatz & Hardin, 1994). Once such a program has been started, it is necessary only to ‘‘open’’ URL:
http://scop.mrc-lmb.cam.ac.uk/scop/
to obtain the ‘‘home’’ page level of the database.Actualmente, sería inimaginable que alguien describiera en un artículo "by any machine on the internet (including Macintoshes, PCs and work-stations)" o "using free WWW reader programs" o incluso "necessary only to ‘‘open’’ URL". Si alguien explicara que las páginas web se pueden ver con cualquier tipo de ordenador, nos quedaríamos mirándole con cara de sorpresa, porque todo esto ha pasado a formar parte de eso-que-se-da-por-sabido. Y sólo han pasado 12 años.
¿Qué hay actualmente que necesitemos describir en detalle al explicarlo y que sin embargo dentro de 10 años pertenecerá al dominio de lo obvio?
A mí no se me ocurre ninguna idea... (seguramente porque me tengo que ir y no le he dedicado más de 3 segundos a pensarlo).
martes, abril 17, 2007
Fomentando mi lateralidad
Mi osteópata me ha dicho que tengo que fomentar mi lateralidad. Por lo visto, soy muy bilateral, y eso no es nada bueno.
A mí no me importan demasiado convertirme en una persona más lateral, pero los ejercicios que mi osteópata me ha recomendado hacer una vez cada hora no son adecuados para mi vida social. Mis compañeros de trabajo me miran raro; en el autobús la gente (fundamentalmente las mujeres) evitan entrar en contacto conmigo; mis amigos fingen no conocerme cuando me entreno a ser más lateral. Los comprendo (un poco), pero es que yo únicamente sigo las instrucciones de mi osteópata.
Transcribo sus palabras porque no me siento capaz de superarlas:
"Tú, te pones de pie cada hora y haces la postura de succión. Con una mano sujetas la teta imaginaria, te colocas al modo egipcio, pegas la cara contra la otra teta y la succionas. Es la vuelta a la posición más natural del hombre: la de mamar. Ya verás como pronto te sientes mejor."
Nota: Pondría un video de la representación que me hizo de la susodicha postura, pero me dio cosa sacar la cámara mientras me hablaba.
Alguien me ha propuesto que, aprovechando la pared libre de mi laboratorio, coloque allí un maniquí de goma que haga mi postura menos forzada. A mí no me parece mala idea, yo sólo deseo conseguir ser más lateral. Si alguien tiene un maniquí de sobras que me lo diga.
Gracias.
Nota: no es la primera vez que acudo a la medicina no convencional para sanarme... La historia de las semillas en mi oreja y la mochila llena de carne lo atestigua.
A mí no me importan demasiado convertirme en una persona más lateral, pero los ejercicios que mi osteópata me ha recomendado hacer una vez cada hora no son adecuados para mi vida social. Mis compañeros de trabajo me miran raro; en el autobús la gente (fundamentalmente las mujeres) evitan entrar en contacto conmigo; mis amigos fingen no conocerme cuando me entreno a ser más lateral. Los comprendo (un poco), pero es que yo únicamente sigo las instrucciones de mi osteópata.
Transcribo sus palabras porque no me siento capaz de superarlas:
"Tú, te pones de pie cada hora y haces la postura de succión. Con una mano sujetas la teta imaginaria, te colocas al modo egipcio, pegas la cara contra la otra teta y la succionas. Es la vuelta a la posición más natural del hombre: la de mamar. Ya verás como pronto te sientes mejor."
Nota: Pondría un video de la representación que me hizo de la susodicha postura, pero me dio cosa sacar la cámara mientras me hablaba.
Alguien me ha propuesto que, aprovechando la pared libre de mi laboratorio, coloque allí un maniquí de goma que haga mi postura menos forzada. A mí no me parece mala idea, yo sólo deseo conseguir ser más lateral. Si alguien tiene un maniquí de sobras que me lo diga.
Gracias.
Nota: no es la primera vez que acudo a la medicina no convencional para sanarme... La historia de las semillas en mi oreja y la mochila llena de carne lo atestigua.
viernes, abril 13, 2007
Sobre transformacion de caras
Viernes, viernetes, ...
Jaume, mi proveedor oficial de páginas web que no sirven para nada pero que te entretienen un rato, me ha enseñado yet-another-webpage donde hacen transformación de caras. Sin embargo, esta es la más divertida y original que he visto:
http://morph.cs.st-andrews.ac.uk//Transformer/
Por ejemplo, transforma tu cara en un cuadro de Modigliani:
O, si se lo pides, te convierte en un bello afrocubano:
También hay la transformación a Manga, a cuadro de El Greco, a un chimpance, a mujer, ... Allí las tenéis todas para probar con vuestra propia foto y decidir qué opción es la que más os favorece.
Lo que más me ha extrañado es que cuando le he dicho que me convirtiera a mujer, me ha dejado tal cual, ni siquiera me ha quitado esta barba de tres días que llevo (y que me hace extremadamente atractivo): ¿debo enfrentarme a la realidad de que no soy más que una mujer con barba (y que ni siquiera merece la pena que se afeite)?
Lo dicho, viernes, viernettes, ... me pongo un tanto tontete.
Jaume, mi proveedor oficial de páginas web que no sirven para nada pero que te entretienen un rato, me ha enseñado yet-another-webpage donde hacen transformación de caras. Sin embargo, esta es la más divertida y original que he visto:
http://morph.cs.st-andrews.ac.uk//Transformer/
Por ejemplo, transforma tu cara en un cuadro de Modigliani:
O, si se lo pides, te convierte en un bello afrocubano:
También hay la transformación a Manga, a cuadro de El Greco, a un chimpance, a mujer, ... Allí las tenéis todas para probar con vuestra propia foto y decidir qué opción es la que más os favorece.
Lo que más me ha extrañado es que cuando le he dicho que me convirtiera a mujer, me ha dejado tal cual, ni siquiera me ha quitado esta barba de tres días que llevo (y que me hace extremadamente atractivo): ¿debo enfrentarme a la realidad de que no soy más que una mujer con barba (y que ni siquiera merece la pena que se afeite)?
Lo dicho, viernes, viernettes, ... me pongo un tanto tontete.
jueves, abril 12, 2007
La miopía confirma la selección natural
La teoría más aceptada actualmente sobre cómo los seres vivos actuales han llegado a ser tal y como lo son hoy en día es la síntesis evolutiva moderna. Una parte importante de esta teoría es la selección natural, según la cual los seres más exitosos serán los que pasen sus características a las siguientes generaciones. Hasta hoy, la validez de la selección natural era discutida por algunos pseudocientíficos a base de mostrar casos que supuestamente demostraban los hechos que la susodicha teoría no alcanza a explicar, como el apéndice, el vuelo de las abejas o los miopes.
Hoy, me dispongo a echar abajo uno de esos contraejemplos: ayer descubrí que los miopes somos la mejor prueba de que la selección natural es cierta.
¿Y por qué?
Pongamos dos seres vivos como ejemplo, uno el ser vivo A (con la vista perfecta) y otro el ser vivo M (con una miopía exagerada). Primeramente, nos sentiríamos tentados a afirmar que A conseguirá reproducirse más (y mejor) que M, puesto que (i) todo el mundo sabe que los gafotas no son atractivos y (ii) hasta que se inventaron las gafas, M no veía tres en un burro, lo que le hacía menos competitivo que A a la hora de buscar pareja (y al salir a cazar). Sin embargo, ayer me di cuenta de que esa primera intuición no es válida: antes de salir de la ducha acerqué los ojos (y la vista) a la mampara de cristal y observé que no estaba precisamente limpia...
Porque es así: los miopes tenemos una ventaja evolutiva sobre los de vista perfecta, y esa es que no vemos la suciedad del baño, y por tanto nunca nos sentimos obligados a limpiarlo. Un miope entra y sale de la ducha (sin gafas, claro) sin percibir si hay pelos ajenos, hongos, manchas negras o restos de jabón. Y por tanto, entra en la ducha, se limpia, sale de la ducha y tiene el resto del día para reproducirse (o cazar). Sin embargo, una persona con la vista perfecta entrará en la ducha, quitará los pelos, luego frotará el plato y sacará el tenn bioalcohol, y si me apuráis, puede que incluso se resbale al intentar evitar algun microorganismo y se de un golpe en el trasero. Y mientras la persona de vista perfecta hace todas esas cosas (además, luego seguro que tiene que fregar el suelo porque había pelusas), todos los miopes de la ciudad ya están en la calle; y claro, los miopes no van a esperar a que Mr./Mss. vista perfecta acabe sus tareas, y se entregan a la reproducción con fruición y empeño (y a la caza). Y así, los miopes no sólo no desaparecen del mundo sino que se extienden de manera imparable: ¿no os habéis fijado que cada vez hay más gente con gafas (o lentillas)?
Apuesto lo que queráis a que nadie antes se había planteado el porqué de esa proliferación de la miopía, pero a partir de ahora ya hay una teoría a la que acudir: la selección natural. Ésta nos confiere ventajas competitivas a los miopes, y dentro de 10 generaciones ya nadie tendrá vista perfecta; a cambio, la única desventaja es que los baños estarán un poco sucios, pero creo que el tiempo libre que eso conllevará será muy beneficioso para la felicidad (y reproducción) humana.
Hoy, me dispongo a echar abajo uno de esos contraejemplos: ayer descubrí que los miopes somos la mejor prueba de que la selección natural es cierta.
¿Y por qué?
Pongamos dos seres vivos como ejemplo, uno el ser vivo A (con la vista perfecta) y otro el ser vivo M (con una miopía exagerada). Primeramente, nos sentiríamos tentados a afirmar que A conseguirá reproducirse más (y mejor) que M, puesto que (i) todo el mundo sabe que los gafotas no son atractivos y (ii) hasta que se inventaron las gafas, M no veía tres en un burro, lo que le hacía menos competitivo que A a la hora de buscar pareja (y al salir a cazar). Sin embargo, ayer me di cuenta de que esa primera intuición no es válida: antes de salir de la ducha acerqué los ojos (y la vista) a la mampara de cristal y observé que no estaba precisamente limpia...
Porque es así: los miopes tenemos una ventaja evolutiva sobre los de vista perfecta, y esa es que no vemos la suciedad del baño, y por tanto nunca nos sentimos obligados a limpiarlo. Un miope entra y sale de la ducha (sin gafas, claro) sin percibir si hay pelos ajenos, hongos, manchas negras o restos de jabón. Y por tanto, entra en la ducha, se limpia, sale de la ducha y tiene el resto del día para reproducirse (o cazar). Sin embargo, una persona con la vista perfecta entrará en la ducha, quitará los pelos, luego frotará el plato y sacará el tenn bioalcohol, y si me apuráis, puede que incluso se resbale al intentar evitar algun microorganismo y se de un golpe en el trasero. Y mientras la persona de vista perfecta hace todas esas cosas (además, luego seguro que tiene que fregar el suelo porque había pelusas), todos los miopes de la ciudad ya están en la calle; y claro, los miopes no van a esperar a que Mr./Mss. vista perfecta acabe sus tareas, y se entregan a la reproducción con fruición y empeño (y a la caza). Y así, los miopes no sólo no desaparecen del mundo sino que se extienden de manera imparable: ¿no os habéis fijado que cada vez hay más gente con gafas (o lentillas)?
Apuesto lo que queráis a que nadie antes se había planteado el porqué de esa proliferación de la miopía, pero a partir de ahora ya hay una teoría a la que acudir: la selección natural. Ésta nos confiere ventajas competitivas a los miopes, y dentro de 10 generaciones ya nadie tendrá vista perfecta; a cambio, la única desventaja es que los baños estarán un poco sucios, pero creo que el tiempo libre que eso conllevará será muy beneficioso para la felicidad (y reproducción) humana.
martes, abril 10, 2007
Gutierrez
Lo primero que hacía Gutierrez al levantarse cada mañana era ir a la página web de su periódico favorito para leer los improperios, todavía frescos, que los columnistas lanzaban ese día contra los dirigentes del partido político que, según Gutierrez y los citados columnistas, era Satanás personificado en la tierra. Allí, se deleitaba con cada palabra, aspiraba cada mentira, sonreía con cada ironía y se enfurecía con los continuos errores que el gobierno cometía cada día. Gutierrez, en la intimidad de su casa y bajo la sombra de su ADSL a 20 MB, se confesaba a sí mismo en voz muy baja, casi murmurando, que se estaba volviendo un tanto masoquista: disfrutaba más con los errores ajenos que con los aciertos propios. Más tarde, después de las noticias de las nueve en su emisora de radio favorita, se iba a trabajar.
Gutierrez no era de los que se limitaba a leer y escuchar únicamente los medios de comunicación afines a su ideología. A veces, en su coche, durante la publicidad del programa de su locutor fetiche, cambiaba a la cadena del gobierno y se enfurecía con las mentiras que ésta lanzaba contra la oposición, con las descripciones inventadas de los logros del gobierno y con las cada vez más frecuentes descalificaciones dirigidas contra los que como él, tenían una ideología diferente.
Un día, allá por Navidades, en uno de esos cambios de emisora, escuchó cómo el locutor hablaba de la exitosa implantación del carnet por puntos, y de cómo éste había reducido notablemente el número de muertos en la carretera. Gutierrez, como todo buen creyente absoluto de una única idea, se revolvió en su asiento: "se lo están inventando". Más tarde, en el trabajo, Gutierrez se permitió una pequeña pausa para verificar que, efectivamente, sus odiados periodistas se habían inventado una vez más un éxito del gobierno. Pero, por mucho que tecleó diferentes combinaciones de palabras clave, no logró encontrar ni una sola confirmación de sus sospechas. Eso le enfureció mucho más de lo habitual: "no puede ser; no puede ser que Satanás haya hecho algo bueno".
Con el paso de los días el carnet por puntos se convirtió en su obsesión. Poco a poco, las noticias políticas dejaron de tener importancia para él, y ni siquiera las nuevas provocaciones del gobierno le producían esos pequeños escalofríos que tanto le gustaban antes. En el bar, mientras se tomaba su cafe matinal, dejó de prestar atención a sus compañeros de ideología, y tampoco estiraba la oreja para ver si conseguía captar alguna burrada de esos incultos jubilados a los que una vez oyó criticar la guerra de Irak. Al cabo de unas semanas Gutierrez llegó a un punto de obsesión en el que únicamente una cosa le interesaba: no podía ser que el carnet por puntos estuviera siendo un éxito.
Llegó la semana santa, las colas en las carreteras y los días de vacaciones. Ese lunes de sufrimiento y vuelta al trabajo, Gutierrez no se presentó en la oficina. Su jefe se extrañó, porque Gutierrez casi nunca faltaba, no era de esos vagos que abusaban de las bajas laborales a base de enfermedades finjidas, y cuando realmente estaba tan mal que no podía trabajar, como con aquella gripe intestinal del año anterior, llamaba a primera hora de la mañana para avisar que no iría ese día. Cuando el martes el jefe vio que Gutierrez tampoco estaba frente a su ordenador, le pidió a la secretaria que llamara a casa de su subordinado para ver qué ocurría.
Una hora más tarde la secretaria llamó a la puerta del despacho del jefe, temerosa de interrumpir la reunión pero convencida de que hacía lo que debía. El jefe la interrogó con su mirada desde su mesa, sin levantarse, y la secretaria habló: "es Gutierrez, señor director, he hablado con su sobrino y me ha dicho que se mató ayer en el coche, que se salió de la carretera y se llevó con él a otro coche y a sus cuatro ocupantes. Se murieron todos. Los cinco...". Luego, la secretaria salió llorando del despacho.
Esa noche, antes de irse a casa, el jefe de Gutierrez buscó la noticia del accidente. En uno de los periódicos, leyó: "103 muertos en las vacaciones de semana santa: fracasa el carnet por puntos del gobierno. El director de la dirección general de tráfico se había propuesto lograr una cifra de muertos inferior a 100, pero un accidente a última hora de ayer fustró su objetivo. P.G.C., natural de ...".
Nota: Gutierrez, en el paraíso reservado a los buenos creyentes absolutos, sonrió satisfecho para sí mismo: "je, je, je... ya lo decía yo: es un fracaso". Luego, dedicó su inmortal existencia a la contemplación de su propio logro.
Gutierrez no era de los que se limitaba a leer y escuchar únicamente los medios de comunicación afines a su ideología. A veces, en su coche, durante la publicidad del programa de su locutor fetiche, cambiaba a la cadena del gobierno y se enfurecía con las mentiras que ésta lanzaba contra la oposición, con las descripciones inventadas de los logros del gobierno y con las cada vez más frecuentes descalificaciones dirigidas contra los que como él, tenían una ideología diferente.
Un día, allá por Navidades, en uno de esos cambios de emisora, escuchó cómo el locutor hablaba de la exitosa implantación del carnet por puntos, y de cómo éste había reducido notablemente el número de muertos en la carretera. Gutierrez, como todo buen creyente absoluto de una única idea, se revolvió en su asiento: "se lo están inventando". Más tarde, en el trabajo, Gutierrez se permitió una pequeña pausa para verificar que, efectivamente, sus odiados periodistas se habían inventado una vez más un éxito del gobierno. Pero, por mucho que tecleó diferentes combinaciones de palabras clave, no logró encontrar ni una sola confirmación de sus sospechas. Eso le enfureció mucho más de lo habitual: "no puede ser; no puede ser que Satanás haya hecho algo bueno".
Con el paso de los días el carnet por puntos se convirtió en su obsesión. Poco a poco, las noticias políticas dejaron de tener importancia para él, y ni siquiera las nuevas provocaciones del gobierno le producían esos pequeños escalofríos que tanto le gustaban antes. En el bar, mientras se tomaba su cafe matinal, dejó de prestar atención a sus compañeros de ideología, y tampoco estiraba la oreja para ver si conseguía captar alguna burrada de esos incultos jubilados a los que una vez oyó criticar la guerra de Irak. Al cabo de unas semanas Gutierrez llegó a un punto de obsesión en el que únicamente una cosa le interesaba: no podía ser que el carnet por puntos estuviera siendo un éxito.
Llegó la semana santa, las colas en las carreteras y los días de vacaciones. Ese lunes de sufrimiento y vuelta al trabajo, Gutierrez no se presentó en la oficina. Su jefe se extrañó, porque Gutierrez casi nunca faltaba, no era de esos vagos que abusaban de las bajas laborales a base de enfermedades finjidas, y cuando realmente estaba tan mal que no podía trabajar, como con aquella gripe intestinal del año anterior, llamaba a primera hora de la mañana para avisar que no iría ese día. Cuando el martes el jefe vio que Gutierrez tampoco estaba frente a su ordenador, le pidió a la secretaria que llamara a casa de su subordinado para ver qué ocurría.
Una hora más tarde la secretaria llamó a la puerta del despacho del jefe, temerosa de interrumpir la reunión pero convencida de que hacía lo que debía. El jefe la interrogó con su mirada desde su mesa, sin levantarse, y la secretaria habló: "es Gutierrez, señor director, he hablado con su sobrino y me ha dicho que se mató ayer en el coche, que se salió de la carretera y se llevó con él a otro coche y a sus cuatro ocupantes. Se murieron todos. Los cinco...". Luego, la secretaria salió llorando del despacho.
Esa noche, antes de irse a casa, el jefe de Gutierrez buscó la noticia del accidente. En uno de los periódicos, leyó: "103 muertos en las vacaciones de semana santa: fracasa el carnet por puntos del gobierno. El director de la dirección general de tráfico se había propuesto lograr una cifra de muertos inferior a 100, pero un accidente a última hora de ayer fustró su objetivo. P.G.C., natural de ...".
Nota: Gutierrez, en el paraíso reservado a los buenos creyentes absolutos, sonrió satisfecho para sí mismo: "je, je, je... ya lo decía yo: es un fracaso". Luego, dedicó su inmortal existencia a la contemplación de su propio logro.
viernes, abril 06, 2007
La banana y Dios
Leo en el blog de Bernat de Deu (al que conocí en una fiestecilla que hicimos en la terraza del piso 42 del edificio de Alberto, bajo el Empire State) que hace un tiempo se ha 'estrenado' en Internet una web llamada GodTube. Como su nombre indica, es un YouTube dedicado a Dios; o más concretamente, al Dios cristiano-americano.
Entre las maravillas de la susodicha página web encontramos este video, que no tiene desperdicio:
Entre las maravillas de la susodicha página web encontramos este video, que no tiene desperdicio:
Para los que el inglés no es su fuerte, un resumen de lo que dice este hombre:
Y sí, aunque no os lo creáis, lo dice en serio. Y sí, aunque no os lo creáis, tiene su público, como ya expliqué en un post anterior.
Obviamente, este video puede dar lugar a todo tipo de imaginaciones, unas perversas, otras pervertidas, otras divertidas y otras todo al mismo tiempo. Las más obvias ya las habéis pensado al observar el video (¿cómo no se da cuenta el tío que habla que al abrir el platano y metérselo en la boca todo el mundo (repito: todo el mundo, tú también) está pensando en todo menos en un plátano?). Hay gente que ahora se dedica a hacer videos imitando al del plátano: por ejemplo, hay uno que ha conseguido demostrar la no existencia de Dios comiéndose una piña: no le cabe en la mano, pincha al sujetarla, no tiene abridor y no le cabe en la boca.
¡Tantos siglos discutiendo sobre si Dios existe o no y todo se reducía a intentar comerse una piña!
- les presentamos la pesadilla de los ateos: el plátano.
- el plátano y la mano están hechos el uno para el otro.
- pueden comprobar que el fabricante de la banana, Dios todopoderoso, la ha provisto de una superficie que no desliza, para que sea fácil sujetarla.
- si observan la parte superior, Dios, al igual que los fabricantes de latas de refrescos, ha dotado al plátano de un 'abridor'.
- observen que su parte superior esta diseñada de una forma que facilita su entrada en la boca.
- en serio, toda la creación testifica el genio diseñador de Dios.
Y sí, aunque no os lo creáis, lo dice en serio. Y sí, aunque no os lo creáis, tiene su público, como ya expliqué en un post anterior.
Obviamente, este video puede dar lugar a todo tipo de imaginaciones, unas perversas, otras pervertidas, otras divertidas y otras todo al mismo tiempo. Las más obvias ya las habéis pensado al observar el video (¿cómo no se da cuenta el tío que habla que al abrir el platano y metérselo en la boca todo el mundo (repito: todo el mundo, tú también) está pensando en todo menos en un plátano?). Hay gente que ahora se dedica a hacer videos imitando al del plátano: por ejemplo, hay uno que ha conseguido demostrar la no existencia de Dios comiéndose una piña: no le cabe en la mano, pincha al sujetarla, no tiene abridor y no le cabe en la boca.
¡Tantos siglos discutiendo sobre si Dios existe o no y todo se reducía a intentar comerse una piña!
lunes, abril 02, 2007
La verdadera democracia y su aplicación práctica
A veces, sobre todo en los días de lluvia, me gusta imaginar que los autobuses, en lugar de llevar pulsadores de petición de parada, llevan pulsadores para votar si 1) quieres parar; 2) no quieres parar; 3) te da igual parar. Si algún ayuntamiento hiciera caso a mi imaginación y pusiera esos pulsadores, lograrían implementar la verdadera democracia: si la mayoría de los pasajeros no quiere parar en la plaza de Colón, ¿por qué perder tiempo con esa parada en la que únicamente bajará una persona?
Así, ante el anuncio de nueva parada, todo el mundo emitiría su voto presionando el botón correspondiente. El conductor debería esperar a que faltaran diez segundos para llegar a la parada y entonces, mirar el resultado de la votación y en función de éste, continuar su camino o hacer la parada. Claro, habría que regularlo bien para no generar fricción entre los pasajeros. Las medidas básicas en las que puedo pensar ahora son: (i) anonimato del voto; (ii) necesidad de mayoría absoluta; (iii) segunda vuelta de votación para casos conflictivos (e.g. un niño que llega tarde a clase podría pedir el amparo del conductor, y éste sometería de nuevo la decisión a votación aportando el nuevo dato por la megafonía).
Esto sería muy facil de implementar en los autobuses. En realidad, lo que no entiendo es que no lo hayan puesto ya en funcionamiento. Además, haría más entretenidos y emocionantes los viajes en autobus, y los días de lluvia dejarían menos tiempo para pensar. Sin embargo, en otros ámbitos sería de aplicación un poco más complicada, pero sus efectos beneficiosos están más que claros.
Por ejemplo, me gustaría poder aplicar una idea similar a "fumar" versus "no fumar" en los bares. Actualmente, un bar establece si se puede fumar o no (i.e. lo que en este maravilloso país implica que siempre se puede fumar) pero sería mucho más justo si la gente votara en todo momento si ellos quieren que se pueda fumar o no. Un contador indicaría el estado de las votaciones, y los fumadores tendrían que esperar a tener mayoría (¿absoluta?) antes de encender un cigarrillo. Así, en el bar se fumaría o no en función de lo que la gente quisiera en ese momento.
Estoy seguro de que este tipo de votaciones, además de hacer más entretenida la existencia y mejorar nuestra calidad de vida, daría lugar a un nuevo tipo de relación social: yo, por ejemplo, iría mesa a mesa intentando convencer a la gente de votar para no fumar. Y el inmediato efecto secundario de esto sería que la gente hablaría más (e.g. ¿qué vas a votar?), se conocerían mejor (e.g. ¡ah! ¿tú también necesitas bajar en el paseo marítimo?) y se crearían más parejas (e.g. ya que ninguno fumamos y siempre nos bajamos en la misma parada, vivamos juntos); y a más parejas, más hijos (e.g. ya que vivimos juntos... ¿por qué no procrear?).
Europa se está quedando vieja, señoras y señores. Necesitamos aumentar el índice de natalidad. Ergo, implanten las propuestas que aquí he descrito, estimados políticos.
Nota: aunque no conscientemente, creo que este pensamiento aleatorio se debió empezar a generar cuando en mi anterior empresa, un compañero desarrolló una aplicación para que los clientes votaran en tiempo real sobre si las presentaciones que les hacíamos les gustaban o no. Os aseguro que no es agradable estar hablando y ver que la barra de aceptación del cliente comienza a ir hacia el rojo...
Así, ante el anuncio de nueva parada, todo el mundo emitiría su voto presionando el botón correspondiente. El conductor debería esperar a que faltaran diez segundos para llegar a la parada y entonces, mirar el resultado de la votación y en función de éste, continuar su camino o hacer la parada. Claro, habría que regularlo bien para no generar fricción entre los pasajeros. Las medidas básicas en las que puedo pensar ahora son: (i) anonimato del voto; (ii) necesidad de mayoría absoluta; (iii) segunda vuelta de votación para casos conflictivos (e.g. un niño que llega tarde a clase podría pedir el amparo del conductor, y éste sometería de nuevo la decisión a votación aportando el nuevo dato por la megafonía).
Esto sería muy facil de implementar en los autobuses. En realidad, lo que no entiendo es que no lo hayan puesto ya en funcionamiento. Además, haría más entretenidos y emocionantes los viajes en autobus, y los días de lluvia dejarían menos tiempo para pensar. Sin embargo, en otros ámbitos sería de aplicación un poco más complicada, pero sus efectos beneficiosos están más que claros.
Por ejemplo, me gustaría poder aplicar una idea similar a "fumar" versus "no fumar" en los bares. Actualmente, un bar establece si se puede fumar o no (i.e. lo que en este maravilloso país implica que siempre se puede fumar) pero sería mucho más justo si la gente votara en todo momento si ellos quieren que se pueda fumar o no. Un contador indicaría el estado de las votaciones, y los fumadores tendrían que esperar a tener mayoría (¿absoluta?) antes de encender un cigarrillo. Así, en el bar se fumaría o no en función de lo que la gente quisiera en ese momento.
Estoy seguro de que este tipo de votaciones, además de hacer más entretenida la existencia y mejorar nuestra calidad de vida, daría lugar a un nuevo tipo de relación social: yo, por ejemplo, iría mesa a mesa intentando convencer a la gente de votar para no fumar. Y el inmediato efecto secundario de esto sería que la gente hablaría más (e.g. ¿qué vas a votar?), se conocerían mejor (e.g. ¡ah! ¿tú también necesitas bajar en el paseo marítimo?) y se crearían más parejas (e.g. ya que ninguno fumamos y siempre nos bajamos en la misma parada, vivamos juntos); y a más parejas, más hijos (e.g. ya que vivimos juntos... ¿por qué no procrear?).
Europa se está quedando vieja, señoras y señores. Necesitamos aumentar el índice de natalidad. Ergo, implanten las propuestas que aquí he descrito, estimados políticos.
Nota: aunque no conscientemente, creo que este pensamiento aleatorio se debió empezar a generar cuando en mi anterior empresa, un compañero desarrolló una aplicación para que los clientes votaran en tiempo real sobre si las presentaciones que les hacíamos les gustaban o no. Os aseguro que no es agradable estar hablando y ver que la barra de aceptación del cliente comienza a ir hacia el rojo...
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