La teoría más aceptada actualmente sobre cómo los seres vivos actuales han llegado a ser tal y como lo son hoy en día es la síntesis evolutiva moderna. Una parte importante de esta teoría es la selección natural, según la cual los seres más exitosos serán los que pasen sus características a las siguientes generaciones. Hasta hoy, la validez de la selección natural era discutida por algunos pseudocientíficos a base de mostrar casos que supuestamente demostraban los hechos que la susodicha teoría no alcanza a explicar, como el apéndice, el vuelo de las abejas o los miopes.
Hoy, me dispongo a echar abajo uno de esos contraejemplos: ayer descubrí que los miopes somos la mejor prueba de que la selección natural es cierta.
¿Y por qué?
Pongamos dos seres vivos como ejemplo, uno el ser vivo A (con la vista perfecta) y otro el ser vivo M (con una miopía exagerada). Primeramente, nos sentiríamos tentados a afirmar que A conseguirá reproducirse más (y mejor) que M, puesto que (i) todo el mundo sabe que los gafotas no son atractivos y (ii) hasta que se inventaron las gafas, M no veía tres en un burro, lo que le hacía menos competitivo que A a la hora de buscar pareja (y al salir a cazar). Sin embargo, ayer me di cuenta de que esa primera intuición no es válida: antes de salir de la ducha acerqué los ojos (y la vista) a la mampara de cristal y observé que no estaba precisamente limpia...
Porque es así: los miopes tenemos una ventaja evolutiva sobre los de vista perfecta, y esa es que no vemos la suciedad del baño, y por tanto nunca nos sentimos obligados a limpiarlo. Un miope entra y sale de la ducha (sin gafas, claro) sin percibir si hay pelos ajenos, hongos, manchas negras o restos de jabón. Y por tanto, entra en la ducha, se limpia, sale de la ducha y tiene el resto del día para reproducirse (o cazar). Sin embargo, una persona con la vista perfecta entrará en la ducha, quitará los pelos, luego frotará el plato y sacará el tenn bioalcohol, y si me apuráis, puede que incluso se resbale al intentar evitar algun microorganismo y se de un golpe en el trasero. Y mientras la persona de vista perfecta hace todas esas cosas (además, luego seguro que tiene que fregar el suelo porque había pelusas), todos los miopes de la ciudad ya están en la calle; y claro, los miopes no van a esperar a que Mr./Mss. vista perfecta acabe sus tareas, y se entregan a la reproducción con fruición y empeño (y a la caza). Y así, los miopes no sólo no desaparecen del mundo sino que se extienden de manera imparable: ¿no os habéis fijado que cada vez hay más gente con gafas (o lentillas)?
Apuesto lo que queráis a que nadie antes se había planteado el porqué de esa proliferación de la miopía, pero a partir de ahora ya hay una teoría a la que acudir: la selección natural. Ésta nos confiere ventajas competitivas a los miopes, y dentro de 10 generaciones ya nadie tendrá vista perfecta; a cambio, la única desventaja es que los baños estarán un poco sucios, pero creo que el tiempo libre que eso conllevará será muy beneficioso para la felicidad (y reproducción) humana.
Hoy, me dispongo a echar abajo uno de esos contraejemplos: ayer descubrí que los miopes somos la mejor prueba de que la selección natural es cierta.
¿Y por qué?
Pongamos dos seres vivos como ejemplo, uno el ser vivo A (con la vista perfecta) y otro el ser vivo M (con una miopía exagerada). Primeramente, nos sentiríamos tentados a afirmar que A conseguirá reproducirse más (y mejor) que M, puesto que (i) todo el mundo sabe que los gafotas no son atractivos y (ii) hasta que se inventaron las gafas, M no veía tres en un burro, lo que le hacía menos competitivo que A a la hora de buscar pareja (y al salir a cazar). Sin embargo, ayer me di cuenta de que esa primera intuición no es válida: antes de salir de la ducha acerqué los ojos (y la vista) a la mampara de cristal y observé que no estaba precisamente limpia...
Porque es así: los miopes tenemos una ventaja evolutiva sobre los de vista perfecta, y esa es que no vemos la suciedad del baño, y por tanto nunca nos sentimos obligados a limpiarlo. Un miope entra y sale de la ducha (sin gafas, claro) sin percibir si hay pelos ajenos, hongos, manchas negras o restos de jabón. Y por tanto, entra en la ducha, se limpia, sale de la ducha y tiene el resto del día para reproducirse (o cazar). Sin embargo, una persona con la vista perfecta entrará en la ducha, quitará los pelos, luego frotará el plato y sacará el tenn bioalcohol, y si me apuráis, puede que incluso se resbale al intentar evitar algun microorganismo y se de un golpe en el trasero. Y mientras la persona de vista perfecta hace todas esas cosas (además, luego seguro que tiene que fregar el suelo porque había pelusas), todos los miopes de la ciudad ya están en la calle; y claro, los miopes no van a esperar a que Mr./Mss. vista perfecta acabe sus tareas, y se entregan a la reproducción con fruición y empeño (y a la caza). Y así, los miopes no sólo no desaparecen del mundo sino que se extienden de manera imparable: ¿no os habéis fijado que cada vez hay más gente con gafas (o lentillas)?
Apuesto lo que queráis a que nadie antes se había planteado el porqué de esa proliferación de la miopía, pero a partir de ahora ya hay una teoría a la que acudir: la selección natural. Ésta nos confiere ventajas competitivas a los miopes, y dentro de 10 generaciones ya nadie tendrá vista perfecta; a cambio, la única desventaja es que los baños estarán un poco sucios, pero creo que el tiempo libre que eso conllevará será muy beneficioso para la felicidad (y reproducción) humana.
7 comentarios:
Yo anyado un dato importante:
Ha llegado un punto en las sociedades donde la reproduccion (y la caza) ha dejado de ser una funcion vital para convertirse en algo meramente recreativo. Puede ser que los miopes, al ser cortos de vista, cacemos lo primero que se nos cruza por delante mientras que los no-miopes se queden esperando una buena presa? Jejeje
Felicidades por el post anterior. De macabro nada, mordaz; y el estilo me ha encantado!
yo añado un toque historico, mientras los que ven bien se van a cazar mamuts, los ciegos se quedan en casa pasnado el rato con las mujeres
pues yo no sé nada de evolución, pero me has recordado un día en la ducha en el piso de estudiante que vi una mancha oscura en la cortina y acerqué mis ojos de miope para ver cómo había podido sobrevivir una mancha tan grande con mis compañeros no-miopes de piso... y era una cucaracha que me miraba amenazadora, y del susto mi nuca y el canto de la bañera casi echaron por tierra tu teoría de la selección natural
ups, el Javier anterior era yo
Y, por encima de los miopes, existe un tipo de humanos con vista perfecta y escasa preocupación por suciedad del baño.
Estos sujetos son los que consiguen las piezas más suculentas. Además, se les puede encontrar reproduciéndose ávidamente en los rincones más insospechados.
Es verdad, Miguel: me había olvidado de tu existencia. ;-)
Está claro que dentro de varios miles de generaciones todos los seres humanos serán como tú. ¡Reunes todos los requisitos para ser un humano exitoso! ;-)
javifields: a mi me ocurrió algo parecido en NY. Tenía una gran cucaracha junto a mi pie, pero como no veía ni un pijo, pensé que era una hoja o similar. ¡Y la tía no se movió en todo el rato! Únicamente al terminar la ducha y agacharme para ver que era, la cerda de ella echó a correr y se me subió al pie. Di unos cuantos gritos...
cristina: ¿quieres decir que dentro de varias generaciones todos serán ciegos (o como miguel)?
pl: gracias por las felicitaciones. Y... ¿tienes algo que contarnos sobre tus cazas fallidas? ;-)
Tio, no te veo en unos meses, y casi me había olvidado de la lógica Aragüesiana. Impagable.
Me abstengo de comentar la filosofía de fondo, porque ya sabes que estoy casi casado con un evolucionista estricto.
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