domingo, agosto 05, 2007

Zurich - Reirse

Nota: Si estáis planeando un viaje a Suiza, os recomiendo que visitéis la guía de Suiza que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com.

La risa incontrolada es a la felicidad lo que la pasión al amor. Una sin la otra tiene menos sabor que ambas en reunión pero cualquiera de ellas por separado es infinitamente superior a la apatía de los sentidos. La combinación, como siempre ocurre con las simbiosis, es el objetivo que nos impulsa a vivir.

Yo conozco un lugar en Zurich donde la risa incontrolada está garantizada. Ese lugar se define por los elementos que lo forman: el río Limmat, una gruesa cuerda atravesándolo de orilla a orilla, y un montón de gente agarrada a la cuerda luchando contra la fuerte corriente. A primera vista es un lugar simple, lo sé, pero es lo que tienen la risa incontrolada y la pasión: para pasarlo bien no hace falta nada demasiado complicado.

La idea es la siguiente: el Limmat atraviesa Zurich, y los días que hace bueno las orillas del río se llenan de bañadores y bikinis. A lo largo de las represas del Limmat se forman piscinas y corrientes, lo que la gente aprovecha para 1) saltar con cuerdas a lo Tarzán; 2) hacer surf sobre el río sujetados a una cuerda que baja desde un puente; 3) nadar; y 4) practicar el deporte de la cuerda. Todas estas actividades se ven favorecidas por el hecho de que el Limmat es al río Ebro lo que un frasco estéril a un cubo de basura.

El deporte de la cuerda es sencillo. Primero saltas al río desde un puente. Luego, te dejas llevar por la fuerte corriente hacia la cuerda travesera, donde otros ya están agarrados. Al llegar a toda velocidad hasta la cuerda, intentas agarrarte a ella, evitando que se te meta entre las piernas o que te deguelle. Una vez bien sujeto con ambas manos, sacas la cabeza del agua, respiras, te ríes (histéricamente), empujado por la corriente vuelves a meter la cabeza en el agua, sacas la cabeza, respiras, te ríes, ríes, tragas agua, boqueas, metes la cabeza, respiras, te ríes, ... La corriente es muy fuerte, lo que no impide que los más expertos cordiles hagan maravillas sobre la cuerda, como por ejemplo tumbarse corriente arriba sujetándose con los pies. Cuando consigues colocarte de esa manera, la risa aumenta, puesto que sólo tienes dos obligaciones: reír y no cometer errores. Reír sobre todo viendo como la mayoría de los cordiles luchan por tumbarse, con un alto porcentaje que son arrastrados por la corriente, incapaces de tal hazaña. Además, cuando uno logra tumbarse apoyado en la cuerda, la mayoría de los agarrados con las manos se tienen que dejar llevar río abajo, puesto que al hundir la cuerda con los pies la gente debe decidir entre seguir agarrada o morir ahogados. Y casi todos los débiles deciden dejarse ir y respirar. Es lo que tienen los deportes de riesgo...

En la cuerda reina una chica de grandes ojos negros, mofletes abundantes y embutida en carnes. Imagino que ha alcanzado esa complexión física por ser la óptima para este deporte: esta chica es la mejor cordil de la historia con diferencia. Ella siempre ríe, puesto que nunca la tira nadie, jamás es arrastrada por el río, es capaz de permanecer durante horas (¿días?) tumbada sobre la cuerda. En el intervalo temporal trancurrido entre mi bautismo cordil y mi despedida (triunfal), el río me ha arrastrado 9 veces. Al principio por cometer errores de principiante (e.g. atacar la cuerda antes de haber alcanzado el equilibrio) y otras por luchas titánicas con otros cordiles. En ese intervalo, la reina ni siquiera ha tocado la cuerda con sus manos: sólo necesita utilizar sus pies. Es más, ante la acometida salvaje de un suizo de gran tonelaje que nos ha tirado a todos los demás de la cuerda, la reina se ha puesto en pie, ha corrido sobre el agua riéndose estruendosamente y luego se ha vuelto a tumbar. Yo, mientras la corriente me arrastraba hacia la parte tranquila del río, me decía para mis adentros: "es la reina... si esto fuera un deporte olímpico, ella sería la Sergei Bubka de la cuerda, la Ronaldihna cordil, la Phelps del Limmat".

Mientras volvemos hacia el puente para saltar de nuevo, mi ex-vecino de residencia (en Lausana), amigo y anfitrión en Zurich, me comenta: "eres muy bueno, muy pocos logran tumbarse sobre la cuerda en su primer día". Yo le sonrío de vuelta, aceptando el cumplido, puesto que es verdad: cuando se ríe incontroladamente y además se es feliz, uno se siente capaz de todo, incluso de tumbarse sobre la cuerda del Limmat y correr sobre ella. Esto debería enseñarse en todas las escuelas del mundo...

Zurich, 13,610 pasos y pedaladas (+ 1 hora de risa feliz sobre la cuerda)

1 comentario:

ingelmo dijo...

Preciosa visión del Limmat.

Yo pasé por Zurich en mi primer interrail, allá por el verano de 2001. Tu relato, excelentemente escrito, me ha traído muy buenos recuerdos y me ha hecho sonreir.

Añado en mi blog un link al tuyo. ;-p

Saludos.