miércoles, agosto 01, 2007

Marsella - Viajes con Kapuscinski

El primer viaje de Kapuscinski al extranjero fue a la India. Lo cuenta en su libro "Viajes con Herodoto". Al leer el pasaje en el que narra su llegada a Delhi he sentido uno de esos escalofríos que, expandiéndose en ondas alrededor del plexo solar, te despierta por dentro y te traslada a sentimientos pasados.

A su llegada a Delhi, Kapuscinski está perdido: no habla ningún idioma aparte del polaco, nadie le ha dicho dónde ir, no sabe qué hacer; es incapaz de tomar ninguna decisión. Se está enfrentando a algo que le supera, y su única defensa es no hacer nada, no moverse, no llamar la atención, con la esperanza de que el paso del tiempo le lleve hacia una solución espontanea. Finalmente, su solución se materializa en la forma de un indio que, sin intercambiar palabra, le hace subir a un autobus, le lleva hasta la ciudad y le deja frente a la puerta de un hotel.

Al leer su bloqueo, su incapacidad de reaccionar, he sentido un escalofrío. Este escalofrío no ha venido provocado por la solución inesperada, sino por su descripción de ese sentimiento -agradablemente incómodo- de verse superado por los acontecimientos. La población mundial puede dividirse entre dos tipos de personas, los que constantemente trabajan para evitar la novedad y los adictos a la experiencia por superar. La felicidad es posible en ambos grupos, y la infelicidad está en pertenecer al uno y pretender estar en el otro.

En su segundo viaje al extranjero, a China, Kapuscinski hace referencia al hecho de que allí no se sintió tan desvalido porque parte de la experiencia en China era similar a su primer viaje a la India, y por tanto se movía en un terreno más familiar. Esto muestra claramente que el segundo grupo de humanos, los que buscan enfrentarse a situaciones que les superan, tienen la ventaja - y el inconveniente- de que cada vez es más difícil encontrar desafíos que les paralicen. Una vez que has conseguido moverte después de una de esas parálisis, todo lo que ha provocado esa inmovilidad queda superado. En cierta forma es como vacunarse contra ese tipo de situación. Mi única problema con esto es que, así como con las enfermedades es bueno estar vacunado y no caer enfermo, vacunarse contra el nerviosismo vital le quita gracia a la existencia, aunque al mismo tiempo te permite disfrutar de una forma tranquila de esas sensaciones que sin la vacuna nunca hubieras conocido. ¿Qué es mejor? ¿Hacer como uno que yo conozco que nunca viaja a ningún sitio para no agotar las posibilidades de vacaciones cuando sea mayor? ¿O querer ver todo ahora y ya e ir vacunándose contra todos los sentimientos de novedad?

Yo estoy bastante vacunado de interrail y Europa. Sin embargo, a pesar de la vacuna estoy disfrutando de estas largas charlas alrededor de una buena cena y amigos reencontrados, de esos paseos por inclinados y estrechos barrios como Le Panier, junto al viejo puerto de Marsella, reencontrándome con mi francés olvidado y saboreando cada minuto en los trenes con la fruición del que ha pasado demasiado tiempo quieto, trabajando. Y por ahora, puedo afirmar que la mejor noticia es que a pesar de todas mis vacunas pasadas, con muchos viajes en tren a las espaldas y sin necesidad de mapas para encontrarme en ciudades por las que ya pasé, necesitaba un recuerdo de la vacuna, porque había olvidado un poco que uno puede pasárselo bien sin hacer nada concreto.


Marsella, 15.557 pasos

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que también lo necesito. No viajar que ya lo hago, sino perderme y enfrentarme a situaciones imprevistas para poder reaccionar, también de manera imprevista usando el recuerdo de la vacuna ya casi olvidada.

añosabatico dijo...

Así que a tí tambien te está gustando Kapuscinski?. Como no pudimos hablar mucho despues de la lectura de tu tesis, no sabía cuales eran tus planes, pero ya veo que el primero, es visitar amigos y recuerdos por Europa. Te espero en Amsterdam. Ahora que tienes tiempo para leer, te regalaré un libro. Un abrazo

Ra y Mon dijo...

Muy bueno Kapuscinski. Te leí comentándolo y compre tres libros suyos. Por ahora, todo lo que he leído me ha encantado.

Cereza, tienes razón. Tenía que haberlo comentado. No sólo de los viajes se vacuna uno...

añosabatico dijo...

a mí lo que más me gusta de él, es su humildad. Lo comparas con Perez Reverte, que también ha sido reportero de guerra, y la comparación deja a nuestro compatriota muy mal parado. Kapuscninsky nunca se da importancia a sí mismo, ni cree tener todas las respuestas. Cuando me lo recomendaron, el amigo que lo hizo ya me dijo, que además buen escritor, de Kapuscinsky se puede aprender una forma de viajar y estar en el mundo.