Aprovechando estos días de reposo obligado y de distancia al puesto de trabajo, aprovecho para atacar un tema que me ronda la mente desde hace tiempo: el cómo, porqué y cuándo del saludo laboral.
Para comenzar, la teoría: "La intensidad del saludo entre dos compañeros de trabajo es proporcional a la distancia física entre el lugar donde se han encontrado y su puesto de trabajo".
Creo que ni siquiera es necesario que aborde aquí la demostración de esta teoría. Cualquiera que se haya encontrado con el mismo compañero de trabajo en
1) el pasillo; 2) el baño; 3) el ascensor; 4) la entrada del edificio; 5) el corte inglés; 6) el gimnasio; 7) un concierto; 8) otra ciudad; o 9) otro país,
sabe de lo que estoy hablando:
1) un gesto con la cabeza; 2) un 'hola' mascullado; 3) una conversación de cortesía; 4) un comentario gracioso; 5) un gesto de sorpresa y conversación sobre la interesante actividad que les ocupa (e.g. comprar calcetines); 6) una batallita sobre sus problemas físicos; 7) un apretón de manos o un abrazo (dependiendo del nivel etílico); 8) una cita para quedar a cenar esa misma noche; o 9) compartir unos días de viaje.
¿Y por qué? - me pregunto yo, siendo que lo que ese compañero de trabajo va a aportar a nuestra vida es similar en todos los casos (1-9), tanto para lo bueno como para lo malo.
No me entendáis mal, no estoy animando a que haya más contacto entre compañeros de trabajo (Dios me libre... No, no va por mis compañeros de laboratorio, que son todos muy majos, sobre todo mi jefe). Lo que desde aquí quiero proponer es que el próximo día que paséis por una situación 1-9 apliquéis una intensidad de saludo aleatoria 1-9. Es decir: cuando os crucéis por el pasillo con ese que se sienta en la oficina de al lado, en lugar de hacer un simple gesto de cabeza, ¡probad a invitarle a cenar! O por el contrario, si durante vuestro puente de la inmaculada en Estambul os encontráis con el contable, ¡hacedle un gesto con la cabeza y continuad vuestro camino!
Ya es hora de ir rompiendo con las tradiciones que nos atenazan, y acabar con la teoría del saludo laboral puede ser un buen lugar donde empezar. En cualquier caso, os garantizo unos pequeños momentos de diversión.
Para comenzar, la teoría: "La intensidad del saludo entre dos compañeros de trabajo es proporcional a la distancia física entre el lugar donde se han encontrado y su puesto de trabajo".
Creo que ni siquiera es necesario que aborde aquí la demostración de esta teoría. Cualquiera que se haya encontrado con el mismo compañero de trabajo en
1) el pasillo; 2) el baño; 3) el ascensor; 4) la entrada del edificio; 5) el corte inglés; 6) el gimnasio; 7) un concierto; 8) otra ciudad; o 9) otro país,
sabe de lo que estoy hablando:
1) un gesto con la cabeza; 2) un 'hola' mascullado; 3) una conversación de cortesía; 4) un comentario gracioso; 5) un gesto de sorpresa y conversación sobre la interesante actividad que les ocupa (e.g. comprar calcetines); 6) una batallita sobre sus problemas físicos; 7) un apretón de manos o un abrazo (dependiendo del nivel etílico); 8) una cita para quedar a cenar esa misma noche; o 9) compartir unos días de viaje.
¿Y por qué? - me pregunto yo, siendo que lo que ese compañero de trabajo va a aportar a nuestra vida es similar en todos los casos (1-9), tanto para lo bueno como para lo malo.
No me entendáis mal, no estoy animando a que haya más contacto entre compañeros de trabajo (Dios me libre... No, no va por mis compañeros de laboratorio, que son todos muy majos, sobre todo mi jefe). Lo que desde aquí quiero proponer es que el próximo día que paséis por una situación 1-9 apliquéis una intensidad de saludo aleatoria 1-9. Es decir: cuando os crucéis por el pasillo con ese que se sienta en la oficina de al lado, en lugar de hacer un simple gesto de cabeza, ¡probad a invitarle a cenar! O por el contrario, si durante vuestro puente de la inmaculada en Estambul os encontráis con el contable, ¡hacedle un gesto con la cabeza y continuad vuestro camino!
Ya es hora de ir rompiendo con las tradiciones que nos atenazan, y acabar con la teoría del saludo laboral puede ser un buen lugar donde empezar. En cualquier caso, os garantizo unos pequeños momentos de diversión.
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