Muchas veces, en el supermercado, me planteo qué ocurriría si, llegado a la caja, intercambiara mi carrito (lleno de comida y otros productos) con el carrito de otra persona cualquiera que estuviera por allí. Nunca lo he hecho, pero todo se andará...
¿Por qué haría eso una persona en su sano juicio (como lo soy yo)?
Muy simple: para enfrentarse a algo que todos tememos, lo desconocido. Al llegar a casa tendría entre mis manos muchos tipos de comida que nunca antes he probado y productos de limpieza o higiene que nunca he utilizado. Me enfrentaría a lo habitual de otra persona, que muchas veces es sinónimo de lo extraño para uno mismo. Y si no que se lo pregunten a cualquier pareja de personas que pasan de vivir solos a vivir juntos... Toda una vida acostumbrado a comprar Häagen-Dazs y aparece el otro pretendiendo comprar Ben & Jerry's...
Este pensamiento aleatorio me lleva a formular el índice de compenetración del supermercado: dos personas son (materialmente) compatibles en la medida en la que coger el carrito del supermercado del otro produciría una disrrupción de la rutina habitual.
Nota: esta teoría puede también ser aplicada por los solteros para encontrar su pareja (materialmente) perfecta. Procedimiento: 1) cogerle el carrito a otra persona justo antes de que pague; 2) recibir un grito en la oreja; 3) recibir una leche en la cara; 4) explicarle al guarda de seguridad la experiencia que estás realizando; 5) esperar al día del juicio con la esperanza de que el guarda de seguridad explique las razones que te llevaron a cogerle el carrito a la otra persona; 6) Sonreír y esperar el beso de la otra persona, que caerá en tus brazos fascinada por lo romántico de tu idea.
De nada; me gusta ayudaros con estas metáforas vitales.
¿Por qué haría eso una persona en su sano juicio (como lo soy yo)?
Muy simple: para enfrentarse a algo que todos tememos, lo desconocido. Al llegar a casa tendría entre mis manos muchos tipos de comida que nunca antes he probado y productos de limpieza o higiene que nunca he utilizado. Me enfrentaría a lo habitual de otra persona, que muchas veces es sinónimo de lo extraño para uno mismo. Y si no que se lo pregunten a cualquier pareja de personas que pasan de vivir solos a vivir juntos... Toda una vida acostumbrado a comprar Häagen-Dazs y aparece el otro pretendiendo comprar Ben & Jerry's...
Este pensamiento aleatorio me lleva a formular el índice de compenetración del supermercado: dos personas son (materialmente) compatibles en la medida en la que coger el carrito del supermercado del otro produciría una disrrupción de la rutina habitual.
Nota: esta teoría puede también ser aplicada por los solteros para encontrar su pareja (materialmente) perfecta. Procedimiento: 1) cogerle el carrito a otra persona justo antes de que pague; 2) recibir un grito en la oreja; 3) recibir una leche en la cara; 4) explicarle al guarda de seguridad la experiencia que estás realizando; 5) esperar al día del juicio con la esperanza de que el guarda de seguridad explique las razones que te llevaron a cogerle el carrito a la otra persona; 6) Sonreír y esperar el beso de la otra persona, que caerá en tus brazos fascinada por lo romántico de tu idea.
De nada; me gusta ayudaros con estas metáforas vitales.
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