miércoles, noviembre 22, 2006

Aquí estoy, señor, dispuesta para lo que quieras

Ayer, mi abuela me contó la siguiente historia sobre una amiga suya:

"Pepita lleva colgado del cuello un aparato de teleasistencia, que le permite llamar a una operaria cuando se encuentra mal. Normalmente se lo quita para dormir, pero el otro día se olvidó de ponerlo encima de la mesilla y el aparato pasó toda la noche colgado de su cuello.

A mitad de sueño, Pepita dio un giro en la cama, con tal mala fortuna que apretó el boton de llamada del aparato.

Rápidamente, imaginando una emergencia, la operaria contestó:

- Sí, señora Pepita. ¿Qué desea?

Pepita despertó, y confundida por esa voz que le hablaba en la oscuridad, murmuró:

- Aquí estoy, señor, dispuesta para lo que quieras.

Después de su primer lógico desconcierto -no todos los días le confunden a uno con Dios-, la operaria logró convencer a Pepita de que ella no era Dios, sino una muchacha mileurista al otro lado de un teléfono, y Pepita, desilusionada, finalmente tuvo que admitirse a sí misma que, al menos esa noche, Dios no había hablado directamente con ella."

Como comprenderéis por la escasez de posts de los últimos días, hoy tampoco tengo tiempo de hacer más comentarios sobre esta "anecdota" que proclamar mi asombro. Sólo comentar que a mí lo que más me impresiona no es que esta señora respondiera de esa forma ante la llamada de Dios, sino que no le sorprendiera lo más minimo que Dios le hablara con voz de mujer. Si algo hay que admitir, es que Pepita es de mente progresista, ya que es consciente de que, cuando Dios decide hablarnos, puede hacerlo por cualquier medio que se le presente. Incluso un aparato de teleasistencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

igual pensaba que era el GCC... (God Call Center)