viernes, diciembre 14, 2007

Fisioterapeuta II: los eructitos y mi dieta

Hace un par de días ya hablé de mi fisioterapeuta y su afición por mis orejas. Espero que al leer mi anterior post no pensarais que lo único que hizo la fisio fue tocarme las orejas, ya que sería totalmente injusto con ella... También se echó muchos eructitos, de esos que no salen de la boca pero llenan de aire (de eructito) los carrillos de una forma tan graciosa.

Mientras la fisio pasaba la máquina* por mi espalda oí el primer ruido, como si una cañería obturada se hubiera desatascado de repente. 'Pobre mujer' - pensé - 'tiene el estómago revuelto'. Pero no le di mayor importancia, porque eran las 3h30 de la tarde y a esas horas ya se sabe...

Sin embargo, cuando la fisio comenzó a organizarme las vísceras (esas fueron exactamente sus palabras) comencé a escuchar eructitos, primero muy flojos y luego tan enormes que sus carrillos no sólo se hinchaban sino que parecían ir a explotar. Los eructitos continuaron durante media hora más, y finalmente, la fisio, consciente de que quizás yo me estaba dando cuenta, comentó: 'es que la barriga a estas horas...'. Yo sonreí, como suelo hacer cuando no tengo comentarios sobre algún asunto. Además, bastante problema tenía ya con controlar mis propios gases, puesto que la mujer no paraba de manosearme las vísceras.

Todo hubiera quedado allí (y en mis orejas y en mi tripa) si hacia el final de la visita la fisio no hubiera puesto en práctica la parte final de su tratamiento...

- Bueno, pues ya está. Quiero verte la semana que viene. Y ahora voy a escribir aquí la dieta que tienes que seguir a partir de ahora, porque creo que no comes bien y que estás llenando de toxinas tu cuerpo.

A continuación, escribió en un papel lo que no tenía que comer y lo que sí tenía que comer. Yo no me lo podía creer... ¡Una consumada eructitadora aconsejando cómo comer! ¿O será que los eructos son buenos para la salud y su dieta va dirigida a la creación de gases?

¡Qué dilema! ¿Sigo su dieta o no? Estoy tentando de hacerle caso, principalmente porque el imán de mi oreja comienza a dolerme mucho, y quiero que me lo quite. Y me temo que la única forma de convencerla de que ya estoy curado sea consiguiendo eructar con el mismo estilo que ella.

* todavía no sé qué era esa máquina, pero las sensaciones que provocó fueron las siguientes: mucho frío, calor, quemazo, mucho frío, calor, calambrazo, gritito de disculpa de la fisio, calor, frío.

2 comentarios:

Miguel dijo...

Cito textualmente la Tiguipedia.

"Al Reorganizar las vísceras, el manipulador absorbe los humores negros que éstas habían acumulado en el tiempo que han estado mal posicionadas; es decir, si el hígado estaba al revés y se reorganiza, la hiel se transforma en gas, que es asimilado a través de las manos.

Para evitar que estos humores alteren las vísceras del tratante, se recomienda expulsaros a través de pequeños eructitos"

Siguiendo con la tónica del post, piensa en la ventaja de la reorganización de vísceras que te ha hecho: en tu próximo duelo a muerte, si te clavan el florete en el corazón, ¡el corazón no estará ahi! Igual te perforan un riñón, y si tenemos dos es porque uno nos sobra.

Anónimo dijo...

del médico, lo que dice y no lo que hace. Del cura, lo que hace, no lo que dice.
Feliz vida.