Nota: Si estáis planeando un viaje a Malasia, os recomiendo que visitéis la guía de Malasia que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com. También tenemos una guía de viaje a Singapur, y hemos escrito sobre los monos narigudos de Bako.
Al igual que en las vueltas ciclistas, los viajes tienen días de transición. Estos días no están dedicados al disfrute de un lugar o al descanso, sino a realizar el trayecto entre un lugar y otro. Muchas veces, de forma inesperada, estos días de transición se convierten en aventuras inolvidables. Un buen ejemplo de estos casos fue el viaje entre el parque nacional de Bako (en el Borneo malayo) y el barrio de Little India en Singapur.
Al igual que en las vueltas ciclistas, los viajes tienen días de transición. Estos días no están dedicados al disfrute de un lugar o al descanso, sino a realizar el trayecto entre un lugar y otro. Muchas veces, de forma inesperada, estos días de transición se convierten en aventuras inolvidables. Un buen ejemplo de estos casos fue el viaje entre el parque nacional de Bako (en el Borneo malayo) y el barrio de Little India en Singapur.
8h15 - voy a la recepción de las cabañas del parque y 'encargo' una barca para ir hasta el Kampung Bako (i.e. poblado de Bako) (al parque no se puede acceder por tierra). Mientras hablo con la recepcionista, unos (monos) macacos intentan robar el desayuno de la señora de la limpieza.
9h - junto con dos escoceses (que llevan varios meses viajando), una inglesa (que lleva varios meses viajando) y el primo de la inglesa (sobre el que nadie sabe nada porque no habla), caminamos por el mar (mojándonos los pies) para llegar hasta la barca que ha venido a recogernos (la marea está baja y la barca no puede llegar al 'muelle').
9h a 9h30 - dejamos el parque atrás, primero por mar y luego por río, antes rodeados por árboles de todos tipos (llenos de serpientes, monos de varios tipos, y otros bichos como el ratón-ciervo) y después entre casas de colores con sus barquitas. Llegamos al restaurante que hace de punto de embarque hacia Bako.
9h30 a 10h40 - ante la imposibilidad de conseguir una furgoneta que nos lleve a Kuching, optamos por esperar al autobús público (al que tuvimos la fortuna de conocer en el viaje de ida: amarillo chillón, sin amortiguadores y capaz de desviarse 15 minutos de su recorrido para ir a dejar a un señor frente a su casa). Haciendo tiempo, conversamos con un vendedor de pescado y escuchamos historietas del escocés: lleva varios años trabajando como barman en un crucero que da la vuelta al mundo, y en consecuencia tiene jugosas anécdotas sobre adinerados ancianos; hay una señora a la que su hijo, en lugar de pagarle un asilo, le paga el crucero. La señora lleva varios años sin salir del barco; repito: sin salir del barco, cuando llegan a las ciudades ella se queda en su camarote.
10h40 - el vendedor de pescado me pregunta que hacemos esperando allí. Teniendo en cuenta que sólo hay un autobús que llegue hasta Kampung Bako y que llevamos allí un buen rato esperando bajo el abrasador sol, su pregunta me resulta inapropiada. Respondo: "Kuching". Dice: "si queréis, os llevo en mi furgoneta". Contesto: "¿cuánto nos cobras?". Sigue: "ummmm... 35 ringgits". Calculo: "el autobús cuesta 2 ringgits, 35 por la furgoneta sale a 6 ringgits por persona. 5 ringgits es un euro. Creo que nos lo podemos permitir". Se lo comento al resto de la expedicion y están de acuerdo en no seguir esperando al autobus. Cuando ya nos hemos subido a la furgoneta del vendedor de pescado (que no huele a pescado) aparece el autobús amarillo. A buenas horas...
10h40 a 11h30 - la furgoneta del vendedor de pescado nos lleva sanos y salvos hasta Kuching. Por alguna razon, el escocés le dice que nos deje en el hotel Hilton. El hombre se dirige hacia la zona de descarga de pasajeros del hotel. En el último momento le freno y nos bajamos en la acera frente al hotel. Prefiero evitarme la imagen de seis personas (no alojadas en el Hilton) bajándose de la furgoneta (que no huele a pescado) de un vendedor de pescado (pero que no lo indica así en su furgoneta) cargados de gorros malayos, mochilas sucias y zapatos colgando, y pies sucios y mojados. Una vez en Kuching, cada pareja dirije sus pasos hacia donde bien le parece.
11h30 a 13h - arrastramos la mochila-maleta por el paseo marítimo de Kuching, dedicándonos a la observación de bailes típicos malayos (hay un festival), compra de sarongs (prenda de vestir femenina), conversación con una malaya a la que le gustaría que le diéramos un contacto con un español (mayor de 40 años) para poder chatear con el por Internet (¿algún interesado? tengo su email...). Por lo visto, los españoles (mayores de 40 años) son muy románticos. Comemos excelententemente en un garito (y nunca mejor dicho) chino, por la habitual cantidad (en Malasia) de 1 euro por persona (agua, sopa, verduras, noodles y ternera).
13h a 13h30 - vamos con un chino malayo (y taxista) al aeropuerto de Kuching (y con el taxi).
13h30 a 15h50 - aeropuerto. el avión sale con una hora de retraso.
15h50 a 17h15 - volamos (por unos 30 Euros, con una compañia de bajo coste llamada AirAsia) desde Kuching a Johor Barhu, una ciudad malaya fronteriza con Singapur.
16h30 - en teoría, la operación a realizar es la siguiente: 1) autobús aeropuerto a estación autobuses de Johor Barhu; 2) estación de autobuses Johor Barhu a estación de autobuses Singapur. La practica resultará ser diferente...
16h40 - el único autobús que hay a la vista es para turistas y lo descartamos por considerarlo demasiado caro (2 euros, un robo). Nos dirijimos a la parada del autobus público, de precio mucho más razonable. En la parada, le preguntamos a un hombre que pasa por allí cuál es la mejor forma de ir a Singapur. Nos narra la ya conocida operación que debemos realizar. Luego hace gesto de irse de allí, pero en el último segundo se lo piensa de nuevo y nos dice: "si queréis, os podemos llevar nosotros". Luego añade: "aunque mi coche es muy viejo". Y se ríe. Le seguimos hasta su coche (viejo) donde él y sus dos amigos nos dicen que ellos nos pueden llevar a Johor Barhu y que desde allí podemos coger un autobús a Singapur.
16h40 a 17h30 - nuestros benefactores son libios (de Libia). Están estudiando en Malasia porque es mucho más barato que estudiar en Inglaterra (y en Libia eso de la Universidad no debe de estar muy avanzado). Su coche es muy viejo: hace tiempo que no tiene espejos retrovisores, se hunde cuando nos sentamos (encajados con 2 mochilas grandes y 2 pequeñas) los cinco, y... no arranca. El conductor dice: "First problem: we need to push". Uno de los libios está encajado entre nosotros, y cuando vamos a abrir la puerta él se ríe diciendo: "Second problem: door not working". El que va sentado en el asiento del pasajero abre desde fuera. Empujan, el coche se enciende, y partimos camino de Johor Barhu. En la conversación propiciada por el inmenso atasco de entrada a Johor Barhu se producen conversaciones bastante surrealistas, sobre todo para mí: tener un nivel decente de inglés hace que me bloquee ante personas con niveles de vocabulario y pronunciación variopintos. Como resumen de ese memorable trayecto malayo con tres libios me quedo con un pensamiento aleatorio que se repite una vez tras otra por todo el mundo: vivir en el extranjero te hace juntarte con personas de tu nacionalidad (y lengua) con las que jamás te hubieras dirigido la palabra en tu propio país. Uno de los libios viene del desierto (a proposito de lo cual se crea un chiste entre los que eso del inglés es algo mas que un idioma; por lo visto, es complicado distinguir entre desierto y postre...) pero es un "fashion victim": gorra ladeada, pantalones ajustados, zapatos negros de punta alargada, chaleco, .... Otro de los libios lleva la barba al estilo que estamos acostumbrados a ver en los talibanes (de lo que deduzco, con peligro de equivocarme por ignorante, que observa el Islam en su versión más purista). El conductor es un buen chico de una amabilidad espectacular (me da su número de móvil por si nos pasa algo para que le podamos llamar) y, seguramente, de buena familia (a pesar del coche sin espejos, que no arranca y que no se puede abrir desde dentro).
17h30 - los libios nos dejan en una parada de autobús donde podremos coger un autobús (logicamente) que nos llevará a la estación de autobuses de Johor Barhu. A mí al principio no me queda muy claro qué hemos ganado yendo con ellos hasta esa parada de autobus (en lugar de esperar al autobús en el aeropuerto) pero luego me doy cuenta de lo bien que me lo he pasado con ellos y decido que ha merecido la pena complicar la operación de llegada a Singapur.
17h31 - llega el autobús que va a la estación de autobuses principal, Larkin.
17h50 - llegamos a Larkin. Compramos un billete de autobús para ir a Singapur (que, para los que no lo sepan, que alguno me he encontrado, es un país independiente (y que cuando visité en el año 2002 me impresionó por su nivel de desarrollo, lujo y modernidad)). En los 10 minutos de espera en la estación compramos una hamburguesa muy malaya (picante y hecha en el momento sobre una plancha por un tipo especializado en hacer hamburguesas) y un roti con huevo (una especie de crepe).
18h00 a 18h15 - trayecto entre la estación de autobuses de Johor Barhu y el puesto fronterizo de Malasia. Bajamos del autobus (junto con maletas, mochilas, bolsas y nuestro cansancio).
18h15 a 19h15 - cola caótica y multitudinaria en el puesto de immigración. Tras peleas silenciosas por lograr llegar a la policía que revisa los pasaportes y visados, conseguimos salir oficialmente de Malasia. Esperamos largo rato a que un autobús (de la misma compañía con la que hemos comprado el billete) llegue para llevarnos al puesto de immigración singapureño.
19h30 - llegamos al puesto de immigración de Singapur. No lo entiendo: una frontera está separada de otra por 15 minutos de autobús. ¿Son 15 minutos de tierra de nadie? El autobus durante ese trayecto contiene seres sin país... Sin embargo, empiezo a estar tan cansado que ni siquiera me doy cuenta de que he perdido mi nacionalidad.
19h45 - cola organizada y mínima para pasar el control de pasaportes de Singapur. Hemos saltado en cuestion de minutos desde un país en desarrollo a un país muy desarrollado. El salto me recuerda al paso entre España y Marruecos. Aunque ése era mucho más pronunciado... Alguien me dijo una vez que la frontera España-Marruecos supone el mayor salto económico que uno puede dar en el mundo. Tengo mis dudas, he visto otras fronteras que le van a la zaga: EEUU-México, Republica Dominicana-Haiti, ...
20h30 - llegamos a la estación de autobuses "Queen Street" de Singapur. Por suerte (lo peor de llegar a una ciudad por la noche y cansado es ponerse a buscar hotel), Bet y Esteve nos han reservado habitación en el mismo hotel donde están ellos (Little India guest house, que ellos han encontrado después de 2 horas dando vueltas por Singapur). Lo mejor de este guest house es que está a 15 minutos de la estación de autobuses a la que hemos llegado (por casualidad) y que los dos expedicionarios con peor sentido de la orientación (yo y ella) conseguimos llegar al hotel (y después, a la habitacion) sin perdernos. Tambien por suerte, no llegamos en Domingo: es el día que todos los indios de Singapur se dan cita en la calle para recordar su añorado país (y añadir un poco de ese caos que en la India es endémico).
12 horas de día de transición después, nos damos una ducha, nos cambiamos de ropa y salimos con Bet y Esteve a descubrir la noche (gastronómica) de Singapur.
1 comentario:
gracias por el homenaje!
y no, no le des mi mail a esa malaya
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