Nota: Si estáis planeando un viaje Argentina, os recomiendo que visitéis la guía de Argentina que he escrito recientemente para BuscoUnViaje.com. También tenemos una guía de Buenos Aires.
La gente se hace fotos junto a la tumba de Evita, sonriendo, señalando con el dedo el nombre de la argentina más famosa de la historia. Una mujer le pregunta a otra cuándo murió Evita, y ésta, observando una placa de homenaje de una asociación de trabajadores, le responde que en 2003. Luego, no tan segura de su afirmación, dice: "aunque quizás esa sea la fecha en que colocaron la placa".
Sonreímos junto a una tumba y nos hacemos fotos. La tumba de Evita es otro "yo estuve allí" de los muchos que hay en el mundo, otro más de la sucesión de objetivos que los turistas persiguen incansablemente. La señora que sonríe junto a la tumba mientras su marido la fotografía le da indicaciones a éste para que saque bien clara la placa donde en letras bien grandes pone "Evita". De esa forma, cuando lance su "yo estuve allí" ni siquiera necesitará explicar la fotografía.
Los turistas se dividen cada vez más entre los "yo estuve allí" y los "yo me sumergí en lo local del lugar". Y ambos tipos de turistas están tan convencidos de que su opción es la buena que cada vez extreman más sus posiciones. Los "yo estuve allí" tienen su lista preestablecida de objetivos que luego irán tachando al ser completados. En su ruta optimizarán el paso de un objetivo a otro, y el relleno, el recorrido entre un objetivo y el siguiente, será simplemente eso, un relleno que les ha sido imposible evitar. Y en los minutos de relleno, todos los 'yo estuve allí lo saben', nunca pasa nada. Este tipo de turista volverá a casa y dirá, "yo estuve en tal y cual lugar, e hice eso que había que hacer y lo otro". Y sus fotografías así lo mostrarán: las casas de colores del caminito en La Boca; un espéctaculo de tango en el café Tortonni; el estadio de fútbol de River o de Boca; la plaza de Mayo donde se concentran sus madres; la tumba de Evita; la manzana jesuítica de Cordoba. Da igual si esos lugares son interesantes o no, el objetivo es hacerse una foto allí. Y siempre lo consiguen.
El otro tipo de turista tampoco se queda atrás en la cantidad de energía dedicada a lograr su único objetivo: ir a lugares donde ningún otro turista haya puesto los pies; comer donde nadie no local haya comido jamás; hablar con cualquiera que se le cruce, e interesarse por su vida para poder compartir momentos con gente nativa del lugar que visita. Este turista (o viajero, según otras aproximaciones), en su afan de mimetización con lo local, entrará en lugares a los que en su propia casa ni siquiera hubiera imaginado entrar, comerá animales que de pequeño tuvo como mascotas, cogerá transportes públicos con asientos de madera, y cambiará museos e iglesias por mercados y partidos de fútbol locales. El turista "yo fui allí y me comporté como un local" logrará su mayor triunfo cuando todo un poblado de nativos le acaricie su piel blanca para comprobar que no la tiene pintada, o también, en un nivel inferior, cuando descubra una milonga secreta y pase dos horas bailando en una tanguera del barrio de San Telmo. O también, claro, cuando en el mundial de tango amateur -gratuito para mayor gloria de este turista, propenso a gastar lo menos posible en sus viajes- una señora se le acerque y le pregunte: ¿usted para qué revista escribe?
El turista 'local' tiene un problema: sus fotografías jamás servirán para demostrar que logró sus objetivos. En el mejor de los casos servirán de soporte para que él mismo pueda narrar sus vivencias, contar las anécdotas acontecidas, transmitir a sus oyentes que estuvo en Buenos Aires y comió bife de costilla con los locales, bailó tango con los locales, se transportó en colectivo con los locales y conversó largamente -sobre todo de economía- con los porteños, descencientes, en su mayoría, de italianos y españoles.
Ambos tipos de turistas, tanto el "yo estuve allí" como el "yo viví allí", suelen disfrutar de sus viajes, aunque el primero tiene mucho más fácil cumplir sus objetivos: estar en un lugar es mucho más sencillo que vivir un lugar. Eso les llevará a tener diferentes opiniones de un lugar visitado por ambos, incluso cuando lo hagan al mismo tiempo: por ejemplo, las casas de colores de La Boca son muy sencillas de fotografiar, pero los tenderetes que las rodean, los caricaturistas y los bares turistizados, hacen mucho más complicado 'vivirlas'. El turista "yo estuve allí" se hace la foto y se marcha feliz. El turista "yo viví allí" se hace la foto y huye corriendo del despropósito que el turismo crea allí donde triunfa. El turista 'yo estuve allí' llega y se va en su autobús organizado con guía. El turista 'local' camina una hora por las calles para llegar hasta allí, y luego, llegado un momento, se sube a un 'colectivo' que le lleve de nuevo hacia el centro, porque en algun lugar ha leído que no es recomendable pasear por La Boca fuera de la calle turística, la calle para los 'nosotros estuvimos allí'. Ese es el gran problema de los 'yo viví aquello': el mundo se está llenando de 'allís' donde estar, y cada vez cuesta más encontrar los 'allís' donde sentirse un turista, sí, pero un turista que aspira a algo más que a estar allí.
La gente se hace fotos junto a la tumba de Evita, sonriendo, señalando con el dedo el nombre de la argentina más famosa de la historia. Una mujer le pregunta a otra cuándo murió Evita, y ésta, observando una placa de homenaje de una asociación de trabajadores, le responde que en 2003. Luego, no tan segura de su afirmación, dice: "aunque quizás esa sea la fecha en que colocaron la placa".
Sonreímos junto a una tumba y nos hacemos fotos. La tumba de Evita es otro "yo estuve allí" de los muchos que hay en el mundo, otro más de la sucesión de objetivos que los turistas persiguen incansablemente. La señora que sonríe junto a la tumba mientras su marido la fotografía le da indicaciones a éste para que saque bien clara la placa donde en letras bien grandes pone "Evita". De esa forma, cuando lance su "yo estuve allí" ni siquiera necesitará explicar la fotografía.
Los turistas se dividen cada vez más entre los "yo estuve allí" y los "yo me sumergí en lo local del lugar". Y ambos tipos de turistas están tan convencidos de que su opción es la buena que cada vez extreman más sus posiciones. Los "yo estuve allí" tienen su lista preestablecida de objetivos que luego irán tachando al ser completados. En su ruta optimizarán el paso de un objetivo a otro, y el relleno, el recorrido entre un objetivo y el siguiente, será simplemente eso, un relleno que les ha sido imposible evitar. Y en los minutos de relleno, todos los 'yo estuve allí lo saben', nunca pasa nada. Este tipo de turista volverá a casa y dirá, "yo estuve en tal y cual lugar, e hice eso que había que hacer y lo otro". Y sus fotografías así lo mostrarán: las casas de colores del caminito en La Boca; un espéctaculo de tango en el café Tortonni; el estadio de fútbol de River o de Boca; la plaza de Mayo donde se concentran sus madres; la tumba de Evita; la manzana jesuítica de Cordoba. Da igual si esos lugares son interesantes o no, el objetivo es hacerse una foto allí. Y siempre lo consiguen.
El otro tipo de turista tampoco se queda atrás en la cantidad de energía dedicada a lograr su único objetivo: ir a lugares donde ningún otro turista haya puesto los pies; comer donde nadie no local haya comido jamás; hablar con cualquiera que se le cruce, e interesarse por su vida para poder compartir momentos con gente nativa del lugar que visita. Este turista (o viajero, según otras aproximaciones), en su afan de mimetización con lo local, entrará en lugares a los que en su propia casa ni siquiera hubiera imaginado entrar, comerá animales que de pequeño tuvo como mascotas, cogerá transportes públicos con asientos de madera, y cambiará museos e iglesias por mercados y partidos de fútbol locales. El turista "yo fui allí y me comporté como un local" logrará su mayor triunfo cuando todo un poblado de nativos le acaricie su piel blanca para comprobar que no la tiene pintada, o también, en un nivel inferior, cuando descubra una milonga secreta y pase dos horas bailando en una tanguera del barrio de San Telmo. O también, claro, cuando en el mundial de tango amateur -gratuito para mayor gloria de este turista, propenso a gastar lo menos posible en sus viajes- una señora se le acerque y le pregunte: ¿usted para qué revista escribe?
El turista 'local' tiene un problema: sus fotografías jamás servirán para demostrar que logró sus objetivos. En el mejor de los casos servirán de soporte para que él mismo pueda narrar sus vivencias, contar las anécdotas acontecidas, transmitir a sus oyentes que estuvo en Buenos Aires y comió bife de costilla con los locales, bailó tango con los locales, se transportó en colectivo con los locales y conversó largamente -sobre todo de economía- con los porteños, descencientes, en su mayoría, de italianos y españoles.
Ambos tipos de turistas, tanto el "yo estuve allí" como el "yo viví allí", suelen disfrutar de sus viajes, aunque el primero tiene mucho más fácil cumplir sus objetivos: estar en un lugar es mucho más sencillo que vivir un lugar. Eso les llevará a tener diferentes opiniones de un lugar visitado por ambos, incluso cuando lo hagan al mismo tiempo: por ejemplo, las casas de colores de La Boca son muy sencillas de fotografiar, pero los tenderetes que las rodean, los caricaturistas y los bares turistizados, hacen mucho más complicado 'vivirlas'. El turista "yo estuve allí" se hace la foto y se marcha feliz. El turista "yo viví allí" se hace la foto y huye corriendo del despropósito que el turismo crea allí donde triunfa. El turista 'yo estuve allí' llega y se va en su autobús organizado con guía. El turista 'local' camina una hora por las calles para llegar hasta allí, y luego, llegado un momento, se sube a un 'colectivo' que le lleve de nuevo hacia el centro, porque en algun lugar ha leído que no es recomendable pasear por La Boca fuera de la calle turística, la calle para los 'nosotros estuvimos allí'. Ese es el gran problema de los 'yo viví aquello': el mundo se está llenando de 'allís' donde estar, y cada vez cuesta más encontrar los 'allís' donde sentirse un turista, sí, pero un turista que aspira a algo más que a estar allí.
Nota: esta es otra aproximación a la cuestión del turista y del viajero abordada por Javifields hace un tiempo.