Mi laboratorio se ha mudado a un nuevo edificio, y entre los diferentes cambios a los que nos hemos enfrentado está el aumento de precios de las máquinas expendedoras. Lo que antes costaba 30 cts (el café) ahora cuesta 60 cts; los snacks han pasado de costar 60 cts a 1,2€; y así con todo lo demás.
La gente está indignada (nuestros sueldos no se han doblado) y está proponiendo diferentes medidas de presión para que los precios vuelvan a ser razonables. Una de las opciones que más apoyo encuentra entre mis compañeros es hacer boycott a las máquinas e ir al edificio antiguo (al otro lado de la calle) a comprar las cosas . Está claro que esta medida sería muy adecuada en caso de que todo el mundo lo cumpliera, pero mi pronóstico es que casi todos estarán dispuestos a pagar más por ahorrarse la caminata hasta el otro edificio.
Este asunto del boycott con las máquinas expendedoras me ha recordado que hay un boycott que últimamente he promovido y que después leyendo he descubierto que estaba basado en hechos semi-falsos. Hay varios emails circulando (sobre por latinoamérica) pidiendo a la gente que no compre productos de Kimberley Clark (Scottex, Kleenex, ...). En ese email se dice que su mayor accionista es James Sensenbrenner, congresista republicano y ultraderechista a la derecha de los ultraderechistas. Por ejemplo, es uno de los promotores de la ley que actualmente se debate en EEUU sobre la immigración ilegal, que por ponerlo de una forma resumida, viene a considerar a los inmigrantes (ilegales) como ganado.
Cuando recibí el primer email hice un poco de "investigación" (ie. Google) y en diversas fuentes confirmaban los argumentos principales a favor del boycott. Así que me dediqué a contarle a la gente lo que había leído, y dejé de comprar la marca Scottex (a pesar del perrito). Sin embargo, hoy preparando esta entrada he investigado un poquito más y he encontrado el listado de accionistas de Kimberley Clark, y Sensenbrenner ni siquiera aparece entre los "dueños" de la empresa. Buscando un poquito más he encontrado una referencia a la declaración de bienes del congresista, y es cierto que es accionista, pero "unicamente" con 1 millón de dólares, una ridiculez comparado con el valor total de la empresa.
El boycott ha llegado a preocupar tanto a Kimberley Clark que en la portada de su página web han puesto una nota "aclarando" que Sensenbrenner es simplemente otro accionista más. Si se han molestado en poner una nota así en la portada eso significa que realmente temían los efectos del boycott, y en cierta forma demuestra que la gente puede tener algo que decir a la hora de premiar/castigar el comportamiento de las empresas. Sin embargo, el dilema que tengo con todos los boycotts es: ¿a quién le daña más el boycott? ¿Al hombre este que (se suponía que) tiene tanto dinero que no le afectaría demasiado aunque Kimberley Clark desapareciera ... o a los trabajadores (¿inmigrantes ilegales?) que se pasan el día fabricando rollos de papel higiénico (o al perrito, que tendría que dejar de hacer anuncios)?
Y en ese pensamiento continúo, aunque tengo que decir que mi ventaja a la hora de decidir sobre estos dos boycotts es que no bebo café. Y que gasto tan poco papel de WC que ni siquiera lo tengo en mi lista de la compra... pero de eso ya hablaré otro día.
La gente está indignada (nuestros sueldos no se han doblado) y está proponiendo diferentes medidas de presión para que los precios vuelvan a ser razonables. Una de las opciones que más apoyo encuentra entre mis compañeros es hacer boycott a las máquinas e ir al edificio antiguo (al otro lado de la calle) a comprar las cosas . Está claro que esta medida sería muy adecuada en caso de que todo el mundo lo cumpliera, pero mi pronóstico es que casi todos estarán dispuestos a pagar más por ahorrarse la caminata hasta el otro edificio.
Este asunto del boycott con las máquinas expendedoras me ha recordado que hay un boycott que últimamente he promovido y que después leyendo he descubierto que estaba basado en hechos semi-falsos. Hay varios emails circulando (sobre por latinoamérica) pidiendo a la gente que no compre productos de Kimberley Clark (Scottex, Kleenex, ...). En ese email se dice que su mayor accionista es James Sensenbrenner, congresista republicano y ultraderechista a la derecha de los ultraderechistas. Por ejemplo, es uno de los promotores de la ley que actualmente se debate en EEUU sobre la immigración ilegal, que por ponerlo de una forma resumida, viene a considerar a los inmigrantes (ilegales) como ganado.
Cuando recibí el primer email hice un poco de "investigación" (ie. Google) y en diversas fuentes confirmaban los argumentos principales a favor del boycott. Así que me dediqué a contarle a la gente lo que había leído, y dejé de comprar la marca Scottex (a pesar del perrito). Sin embargo, hoy preparando esta entrada he investigado un poquito más y he encontrado el listado de accionistas de Kimberley Clark, y Sensenbrenner ni siquiera aparece entre los "dueños" de la empresa. Buscando un poquito más he encontrado una referencia a la declaración de bienes del congresista, y es cierto que es accionista, pero "unicamente" con 1 millón de dólares, una ridiculez comparado con el valor total de la empresa.
El boycott ha llegado a preocupar tanto a Kimberley Clark que en la portada de su página web han puesto una nota "aclarando" que Sensenbrenner es simplemente otro accionista más. Si se han molestado en poner una nota así en la portada eso significa que realmente temían los efectos del boycott, y en cierta forma demuestra que la gente puede tener algo que decir a la hora de premiar/castigar el comportamiento de las empresas. Sin embargo, el dilema que tengo con todos los boycotts es: ¿a quién le daña más el boycott? ¿Al hombre este que (se suponía que) tiene tanto dinero que no le afectaría demasiado aunque Kimberley Clark desapareciera ... o a los trabajadores (¿inmigrantes ilegales?) que se pasan el día fabricando rollos de papel higiénico (o al perrito, que tendría que dejar de hacer anuncios)?
Y en ese pensamiento continúo, aunque tengo que decir que mi ventaja a la hora de decidir sobre estos dos boycotts es que no bebo café. Y que gasto tan poco papel de WC que ni siquiera lo tengo en mi lista de la compra... pero de eso ya hablaré otro día.
2 comentarios:
No había oido nada al respecto, y eso que media-vida es una fuente de conocimiento universal... Supongo que ahi no preocupa tanto hacer el bien como pasar el rato.
en mi facultad no somos tan organizados asi que cuando subieron los precios la gente puso carteles en las maquinas y sellaron la entrada del dinero...boicot obligado
(aunque no consiguieron nada claro)
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